martes, 21 de diciembre de 2021

Si hubiese leído el cuento

A quien no entiendo es a él, siempre sentado junto al charco, leyendo ese inservible libro de magia y mirando al agua mientras yo salto delante de sus narices para llamar su atención. Pero nada, ahí sigue, con el libro y esa rama que encontró en el bosque, intentando conjurar algún hechizo. Si hubiese comprado un libro de cuentos, sabría que no le haría falta utilizar esa estúpida varita y que con un beso yo dejaría de ser un sapo y él dejaría de ser un aprendiz de mago.

lunes, 13 de diciembre de 2021

El borde del precipicio

La rutina es un fantasma que sólo ataca de día. De noche, mientras las sábanas respiran y el silencio se ahonda, al menos el sueño da una tregua por la que sobrevivir. Las palabras son puñales, las caricias son ausencias y los reproches son pan de cada día. Por ello, cuando la puerta se cierra y el vestíbulo se queda a oscuras, sabe sentirse en paz porque más allá del presente no hay futuro que resista tanta tristeza.

A menudo se pregunta qué ocurrió la primera vez que sintió desgana. Debía ser aquel trato despectivo, aquel olor tan despreciable, aquella manera de hablar con el tono jocoso y, en ocasiones, ofensivo o las veces que desaparecía por la puerta para pasar mañanas enteras con los amigos en el bar.

Lo peor era cuando regresaba. Con el cuerpo cargado de cerveza y los ojos ciegos por la ira, se dedicaba a reprochar todos y cada uno de sus sueños incumplidos. Nunca le había puesto una mano encima, eso era cierto, pero había maneras de maltratar sin dañar la carne capaces de dañar la cabeza hasta el extremo de convertir el amor en odio y el odio en puro desprecio.

Cada vez que escucha el portazo desea que sea el último, porque no quiere volver a verle, porque necesita empezar de nuevo, porque necesita, a fin de cuentas, sentirse persona después de un millón de años.

Entra a la cocina sintiéndose culpable y enciende la radio sintiéndose culpable de haberse sentido culpable. Todo es un cúmulo de contradicciones, todo lo que ocurre en su vida es un conato de locura, un borde del precipicio, un fallo del motor en pleno vuelo.

El locutor tiene la voz aguda y en su tono desprende un toque de erotismo. Se siente tan necesitada que es capaz de encapricharse por alguien que no conoce.

-        Aprobada en el Congreso la ley del divorcio.

La frase le sabe a impresión espontánea, a alegría súbita, a placer emocional, a nervios desparramados.

Al fin puede dar el paso, decir adiós, decir hola, empezar de nuevo, empezar lejos, tenerse cerca, tocarse, saberse, creerse.

Al fin puede ser una mujer libre.

miércoles, 1 de diciembre de 2021

Pilar

Pilar, te quiero.

Con aquellas tres palabras, el abuelo terminaba siempre las misivas que remitía a la calle del pueblo en la que residía.

La guerra fue larga y la abuela estuvo demasiado tiempo sin saber noticias.

De vez en cuando se cruzaba con la vecina y se lamentaba.

-        Yo creo que le ha pasado algo. Hace mucho que no me escribe.

La vecina la tranquilizaba "Seguro que está bien"
y la abuela se marchaba más convencida agradeciéndole su deferencia y amabilidad.

- Gracias, Pilar. – Decía siempre con una sonrisa.

miércoles, 24 de noviembre de 2021

El loro del vecino

Hablando todo el día con el loro del vecino. Desde que murió la abuela, así se pasa los días el abuelo. Unos días hablan de política, de principios, valores e intereses. Otros días hablan de fútbol, de goles, victorias y fracasos y otros, alguna vez, hablan de actualidad. Pero nunca habían hablado de mujeres. Cuando el abuelo sacó de su cartera la foto de la abuela, el loro dijo “Fina” en voz muy clara. Y entonces el abuelo comprendió por qué el vecino tenía, de un tiempo a esta parte, aquel rictus tan triste y aquella mirada tan sombría.

jueves, 18 de noviembre de 2021

El decimocuarto

Lo hemos adoptado como un hijo más y nos hace ilusión enseñarle nuestros juegos, nuestros rincones secretos y nuestra lista de pruebas. Igual es capaz de subir a pulso la pared del cobertizo, bucear tres largos en la piscina o recitar de carrerilla la lista de números primos. Ahí viene. Camina erguido, vale. Mira al frente, perfecto. Tropieza con la alfombra y cae. Bajo la mirada y María sabe lo que debe hacer. Abre la puerta del sótano y le lanza escaleras abajo. Ahora hay que preparar catorce raciones de pan y agua. Quizá a la decimoquinta vaya la vencida.

lunes, 15 de noviembre de 2021

A tomar espacio

Su incontrolable afición por los viajecitos interplanetarios me ha causado trastornos en el sueño. Que no es capaz de aprenderse los husos horarios, dice. A ver si cuando vuelva se aprende el camino desde la casa de su madre hasta el puerto espacial. Y a ver si a ella también la llama tres veces cada noche para decirle que se le ha olvidado echarle calcetines negros y no puede ir a la cena con el ministro de comercio de Praxímeton.

martes, 2 de noviembre de 2021

Café para todos

El señor Tarradellas se levantó de la mesa muy ofuscado.

-        O me dan mi café o me voy.

 

Circunspecto, abrazaba su propio pecho mientras cruzaba los brazos con especial ahínco.

-        Quiero mi café.

 

Parecía un niño chico.

Cuando le pusieron su café, el señor Garaicoechea se puso rojo de envidia.

-        ¡Eh! ¡Yo también quiero un café!

 

El señor Clavero le miró sorprendido.

Los demás le miraron expectantes.

Si ya tenían su vaso de agua ¿Para qué querían un café?

-        No hay más café.

-        Pues entonces no respiro

 

Y se quedó con los brazos cruzados, los labios fruncidos y la cara cada vez más colorada.

El señor Clavero levantó la mano.

-        Pónganle un café al señorito.

 

Los demás miraron estupefactos. Abrieron mucho los ojos y el señor Rojas levantó la voz.

-        Pues nosotros no vamos a ser menos.

 

Y los señores Escuredo, Madrid y Albor miraron complacidos.

El señor Clavero miró al presidente y el presidente se encogió de hombros.

-        Pues nada, café para todos.

martes, 26 de octubre de 2021

Todo no se puede operar

Sus deseos de comprarlo todo en Marte han terminado por desesperarme. Vale que se le antojen palmeras de chocolate a lastres de la mañana o que haya que llevarla a casa de su madre en coche, pero que le hayan dicho que el padre de su hijo es un marciano y se lo haya tomado tan en serio es el colmo de los antojos. Al fin y al cabo yo me fui de allí hace veinte años y me he operado las orejas. Además, sigo haciendo el amor a oscuras, porque tengo una reputación que conservar.

miércoles, 20 de octubre de 2021

Un ramito de rosas

La mejor manera de canalizar mi vocación era mandarle cartas anónimas de amor a la vecina. Desde que empecé a hacerlo, la mujer había cambiado la compunción por sonrisa y los ojos tristes por maquillaje. Se vestía de guapa y caminaba azorada sobre sus altos tacones. Disimuladamente, miraba hacia los lados esperando a que alguno de aquellos desconocidos que la comían con la mirada le dijesen “yo soy tu amor secreto”. Por ello, cuando fue consciente de que el cuento debía llegar a su fin, le comenté que por la noche llegaría a su casa con un ramo de rosas rojas. Cuando su marido vio mi nota anónima en el parabrisas, miró de forma extraña y encogió los hombros. Aun así obedeció y se presentó por la tarde con un ramo de rosas rojas en la mano. Cuando escuché el revuelo que se había formado en la calle, me asomé al balcón y vi el cuerpo de mi vecina estampado contra el suelo. Entonces comprobé por qué Cecilia había mantenido en secreto al autor de las cartas en aquella famosa canción.

viernes, 8 de octubre de 2021

Cinco horas con Carmen

Lola está sentada en rincón. Tiene la sonrisa forzada y la mirada perdida. Sus ojos azules, profundos como un mar en calma, analizan cada partícula de polvo en suspensión que el foco a contraluz deja ver flotando sobre el haz que nace en el techo y muere sobre su hombro. Estudia cada línea, repasa de memoria, se enfrenta a sus miedos y cree que la derrota será tan severa que apenas tendrá tiempo de resarcirse. La noche es tan especial, tan esperada y tan ruidosa que un mínimo error, por nimio que sea, terminará con su carrera en un bar de pueblo y con su reputación en un charco del camino.

Todo el papel está vendido y todas las plumas de la crítica están afiladas. La platea rebosa nerviosismo y un leve murmullo apagado por los ecos del anuncio de la función flota en el ambiente como el preámbulo de una guillotina a punto de ser disparada. Los tacones retumban sobre las tablas, el vestido negro, impecable y sin arrugas, invade el escenario y el telón se abre, lentamente, para mostrar un rostro compungido y una voz rota por el dolor.

Mira al frente sin querer mirar a nadie, sólo a sí misma, a ese aura que le rodea que le permite entrar en trance y poder hablar y hablar y hablar sin ser interrumpida por nada, ni por la gente, ni por el ruido, ni por su propio miedo, que sigue ahí, intacto, pero que está siendo utilizado más como recurso que como impedimento, una manera como otra de saber motivarse y saber ser la dama del escenario que todos esperan que sea. El día que no haya miedo, el día que no le tema a nada dejará de ser actriz porque ese día no sonarán campanas dentro de su pecho ni brillará el sol dentro de sus ojos.

Lola es la mujer del momento, la diva del país, la reina del papel cuché. Lola recita el texto de memoria, finge el dolor a la perfección, el desprecio es tan real que parece salido de un despecho propio y la tristeza es tan pura que llega a producir compasión en cada uno de los espectadores. El final, apoteósico y logrado, pone en pie al patio de butacas, a los palcos, a los corazones e incluso a los que no creían en ella. Mañana no se hablará de otra cosa, mañana no habrá más temas en el mundillo que no sea el recital de interpretación que Lola ha dado encima del escenario. Expectativas cumplidas, sueños pendientes de un hilo, exigencias dobles desde el momento en el que el público ha decido convertirla en reina por un día.

El telón vuelve a bajar, los aplausos siguen irrumpiendo la sala, los nervios son una anécdota en el cajón de las tareas pendientes y las promesas son un sendero de trabajo que habrá que seguir caminando día tras día, noche tras noche, crítica tras crítica. Porque Lola ya no vive en sí misma, ha dejado de ser actriz, persona y hasta aspirante. El éxito la engulle, el aire la abandona, las lágrimas aparecen. Sobre el escenario yace el marido que todo lo controló y el olvido que tanto añoró. Lola ya no es Lola, ahora es y será, para siempre, Carmen Sotillos.

lunes, 4 de octubre de 2021

Qué dirán

La primera noche no durmió ni un solo minuto. Y eso que había asistido a la consulta sin ninguna preocupación. Gracias a su carácter abierto y, en ocasiones beligerante, se había tomado las palabras de su padre a broma. Pero su padre sentía una profunda vergüenza por él. Un desviado en la familia, cuándo se había visto eso. Su hijo, su único hijo, en quien tenía puestas todas las esperanzas, estaba a punto de tirar por la borda toda la reputación que, durante años, se había labrado su apellido. Un apellido casto, vinculado al orden, al trabajo y al poder. Si quería heredar su impero debería dejar de ser un maldito y desvergonzado desviado.

Las preguntas habían sido de lo más desconcertantes, el primer bofetón por una respuesta insolente le había impulsado de la silla, pero entre las manos de su padre y la fuerza del doctor consiguieron reducirlo y acostarlo en una camilla donde le llenaron de cables y de preguntas.

La segunda noche durmió conducido por el dolor y las ganas de evadirse de todo. Los impulsos eléctricos cada vez eran más intensos y los golpes, por una respuesta incorrecta, cada vez eran más intensos. La tercera noche tuvo pesadillas y la cuarta no quiso cerrar los ojos por miedo a que el diablo se volviera a presentar.

Le enseñaban fotos de mujeres pero él seguía sin sentir nada por ellas. Algún impulso nervioso aparecía cuando las fotos eran de hombres desnudos y su padre afirmó con la cabeza cuando el médico le solicitó con la mirada pasar a una nueva fase. La quinta noche ya no pensaba en hombres sino que sólo pensaba en morir. Tras la sexta sesión ya no sabía si tenía que dormir y en la séptima ya era un esclavo de las pastillas para vencer el miedo. La octava sesión fue terrible y la novena fue la última porque ya había dejado de mostrar interés por todo. Sólo miraba al frente, balbuceaba y ni siquiera era capaz de limpiarse la baba que caía por su comisura.

Pese a que había pagado por diez sesiones, las que el doctor le había prometido que servirían para paliar los dudosos gustos de su hijo, la décima no fue necesaria y hubo de pagar un extra para ingresar a su hijo en una clínica mental. A los conocidos les dijeron que el chico había tenido una depresión y esas cosas de jóvenes, pero cuando se corrió la voz de que el hijo del empresario no iba a salir del manicomio, todos le señalaban por la calle como “el padre del loco”. Pero él mantenía la dignidad intacta y la conciencia tranquila pese que iba a vivir sin hijo e iba a morir sin heredero. Cuando se hacía la pregunta en voz baja, siempre se terminaba respondiendo lo mismo: “Mejor un hijo loco que un hijo maricón”.

domingo, 26 de septiembre de 2021

No, mamá

Habría sido insufrible ver a ese pedazo de cachas haciéndole el boca a boca a mamá con su inseparable camiseta blanca. Habíamos aguantado al gourmet obsesivo, al filósofo petulante, al runner desequilibrado y al metrosexual narcisista. Lo de comer carrilleras al vapor tiene un pase, leer a Platón nos ayudaba a dormir, salir a correr en familia era duro, pero nos unía y lo de ponerse potingues en la cara al menos nos mantenía la piel tersa, pero ¿Ver los partido del Madrid con ese tipo? Saqué la rojiblanca del cajón y le miré con resignación esperando las primeras condolencias.

jueves, 16 de septiembre de 2021

El incendio

Habría sido insufrible ver a ese pedazo de cachas haciéndole el boca a boca a la mujer del segundo piso, por eso, cuando don perfecto me preguntó si todo estaba bien por allí le dije que sí y me apresuré a ocultarla detrás de una puerta. Mientras seguía apagando el incendio imaginaba el sabor sus labios pero un derrumbe en la planta superior me obligó a correr hacia la calle. Cuando recordé a la mujer intenté regresar, pero entonces la vi inconsciente en brazos de don perfecto. No habría besos forzados pero entonces supe que sí habría otro incendio.

lunes, 13 de septiembre de 2021

Malentendido

Cómo íbamos a imaginarnos que no sabía nadar si Paco nos había dicho que Lucio le había dicho que era campeón de su pueblo de crawl. Cómo íbamos a imaginar que Lucio había dicho Cross, que Paco había entendido clon y que nosotros habíamos deducido que la ciencia aún no estaba tan avanzada. Cómo íbamos a imaginar que tirarle desnudo al río iba a ser una broma tan macabra.

miércoles, 1 de septiembre de 2021

Tercer aviso

Su marido era insufrible; cada vez que ganaba su equipo, se pasaba la noche gritando en el balcón. El día que descubrió una amenaza escrita en el buzón, prefirió guardar silencio, pero la segunda nota llegó con una frase más seria: “O se calla o le mato”. Quizá aquel día debería haberle aconsejado que guardase silencio, pero para qué quitarle sus únicos ratos de felicidad. Cuando abrió la puerta y le encontró en el suelo, con una bufanda de su equipo en el cuello y una sonrisa de satisfacción, supo que el vecino del cuarto había escrito la tercera nota. “Cómo se le ocurra celebrar la victoria esta noche, le rompo la crisma”.

viernes, 27 de agosto de 2021

Disociado

“Dígale, agente, que no tuve más remedio que matarle porque no sólo no me hacía caso, es que ni siquiera era capaz de mirarme sin mostrar ese gesto de displicencia que tanto me molestaba. Dígale que fue lo mejor para los dos y que quizá, su ausencia sea el comienzo de una nueva etapa”.

Dejó la nota, firmada con otro nombre, sobre el aparador, se miró al espejo y encontró, otra vez, aquel maldito gesto de displicencia. Apretó el gatillo sin cerrar los ojos y pudo sentir el efímero instante de felicidad al comprobar que aquel tipo se marchaba para siempre.

miércoles, 18 de agosto de 2021

Adiós

Dígale agente que la quise mucho, que el puñal era sólo metal y la carne era sólo carne, pero que el corazón, aquel que me robó una tarde junto a la fuente del parque, se lo ha llevado consigo.

lunes, 9 de agosto de 2021

Sentencias

Cojo tu mano y salimos corriendo hacia el precipicio. Allí nos espera un taco de papeles, un bolígrafo y un tipo que nos sonríe con cara de conejo. Leemos lo del “préstamo hipotecario” y caemos al vacío convencidos de que moriremos antes de llegar al suelo.

martes, 3 de agosto de 2021

Nieve tras la ventana

Esperando que más pronto que tarde, dejes de llorar por él, mamá. Hace tres años del accidente y aún sigues pensando que papá debería estar aquí, pero míralo de otro modo, al menos está bajo cubierto, calentito y sin enterarse del frío que hace. Aquel día también nevaba y también llorabas. Discutíais. No viste el camión, no te culpes. Deberías dejar de asomarte a esa ventana porque va a seguir sin vernos. Ya no tiene ojos para nadie. Si apenas mostró tristeza el día que nos enterraron ¿Qué te hace pensar que sigue pensando en nosotras?

martes, 6 de julio de 2021

Por las malas

Estas humedades que me están matando, niño, bien las podías arreglar de una vez. No se trata de mi salud, se trata también de la tuya. Juro que hasta que no vea un albañil entrar en esta casa no hablo con el notario, que estaré en silla de ruedas, sí, pero aún tengo un abogado que se postra ante mí y un hijo que no me hace ni puto caso. Cuando muera y en la autopsia lean que fue culpa del reúma, ya verás como no ves ni un puñetero duro.

lunes, 21 de junio de 2021

Maricón

La pared es fría y rugosa, pero al menos permite, cada vez que apoya la cabeza, aliviar el dolor y la hinchazón producidos por los golpes. El suelo, sin embargo, no ofrece consuelo alguno. Congelado y recorrido de arriba abajo por un par de roedores, no ofrece abrigo ninguno a su cuerpo desnudo y, sin embargo, siente la paz de la soledad como su último motivo de asueto. Pronto regresarán a por él. Hoy tampoco le han dejado comida, ni agua, ni siquiera son capaces de darle una maldita pastilla para el dolor de cabeza. La sangre, reseca, cubre la mitad de su rostro y cree que le han roto alguna costilla pues le duele cada vez que tira un suspiro al aire viciado de su celda de castigo.

Le atraparon cuando salió de casa y se dirigía al taller como todas la mañanas. El cielo gris de un Madrid otoñal no le ofreció consuelo cuando sintió el golpe en su estómago y la respiración se marchó por la alcantarilla. Quedó ahogado, sin fuerzas, sorprendido por un par de tipos de mirada adusta y rostro enjuto que le obligaban a subirse en un coche en marcha.

A raíz de ahí llegó el peor de los escenarios.

“Sabemos que eres un invertido”, “Dónde está el club en el que te sodomizan cada noche”, “Sabemos dónde viven tus padres”, “Dinos el nombre del pervertido al que te follas”, “Confiesa y te dejaremos en paz”.

Le habían detenido por ser maricón, por acostarse con hombres pese a llevar una vida formal de trabajador abnegado y amigo leal. Cervezas los miércoles por la tarde, alguna cena los viernes por la noche y los sábados visita al club donde siempre le esperaba su amante con los brazos abiertos y el cuerpo desnudo. En aquellos años de represión, mientras el mundo abría su mente y España cerraba los ojos, la homosexualidad era perseguida, penada y, como lo estaba sintiendo en sus carnes, severamente castigada. Por eso se veían obligados a encontrarse cada sábado en un lugar distinto. Las claves le llegaban al buzón, o a la bandeja de correo del trabajo o escritas en una servilleta en el bar donde tomaba un bocadillo de tortilla cada martes por la tarde.

“El camarero que te guiña el ojo no volverá a ponerte un café”.

Tembló. Tragó saliva, pero hasta el mínimo trago procedente de su boca seca le producía un dolor interior difícil de soportar. Estaba roto, machacado, reventado.

“Yo no he hecho nada malo”.

“¿Cómo que no has hecho nada malo, maricón?” “Vas en contra de la naturaleza, desgraciado”.

Y siguieron cayendo los golpes mientras él seguía callando, porque supo, desde el principio, que ser homosexual no era ni delito ni pecado, aunque en aquella España dictatorial los hombres que amaban a otros hombres tenían que vivir su represión escondidos en matrimonios de conveniencia, en solterías señaladas con el dedo o en seminarios de curas para acceder con mayor facilidad al pecado clandestino.

Por ello seguiría guardando silencio, porque prefería ser un cadáver anónimo muerto con la conciencia tranquila a vivir para siempre señalado como el hombre que mandó a la cárcel a varias docenas de inocentes.

martes, 15 de junio de 2021

Viaje

Que vengan por fin a rescatarte de este paraíso artificial donde la aguja es le montura de un caballo que te transporta a un mundo inexistente. Porque mientras galopas y esa sonrisa que se dibuja en tu cara se convierte en un cuadro abstracto, sabes de sobra que el viaje terminará en una caída y al final del abismo seguirá sin haber nadie porque yo ya me he cansado de tener tendida mi lona. Buena suerte y espérame muchos años en el otro paraíso al que no tardarás en llegar.

miércoles, 2 de junio de 2021

Viaje al infierno

La frondosidad del bosque era tan espesa que no sólo era difícil caminar, también lo era respirar, también lo era caminar con la boca abierta porque los insectos, mosquitos gigantes en su mayoría, se metían hasta la garganta produciendo exageradas toses y arcadas intempestivas. Muchos de ellos enfermaban y la mayoría de los que lo hacían, terminaban muriendo entre convulsiones y gestos de dolor espasmódico. El párroco, reclutado por la expedición para cumplir con el cupo y poder contar con la cuota de fe necesaria, no daba abasto a la hora de repartir unciones y prometer a los moribundos una vida mejor en el más allá. Porque allí, donde Dios se había olvidado de sus súbditos, no habían encontrado ni la paz ni las riquezas que la corona les había prometido. Jugaban a conquistar el nuevo mundo, pero el nuevo mundo les estaba conquistando a ellos, uno por uno. Cortés, el gran cacique al que todos buscaban para encontrar el lugar donde picar el pendón, aún estaba lejos y, mientras seguían buscando orientación por un sol que se ocultaba entre las ramas, sentían como el desánimo se hacía dueño de la tropa y el capitán tenía que recurrir a la voz de mando e incluso a la cuchillada vespertina. Nadie podía salirse del redil, si había Dios, allí les encontraría. Pero Dios no estaba y los únicos que les encontraron fueron los nativos que, cerbatana en mano y puntería en el ojo, iban terminando con ellos uno por uno. Así hasta que el capitán también hincó la rodilla y sólo quedó el sacerdote quien, brazos en cruz y crucifijo visible sobre el pecho, imploró una piedad que sólo llegó en forma de tajo sobre la nuca. Aunque siempre quiso creer que Dios le daría un paraíso más allá de la tierra, supo que, para siempre, había sido esclavo de un infierno del que no supo predicar una manera de salir.

lunes, 24 de mayo de 2021

Loca

Tenía los ojos sombríos; una mancha gris, cincelada por el llanto, la amargura y la soledad, cubría sus cuencas vacías de vida. Jugaba a olvidar, más no era capaz de borrar de su memoria aquellas imágenes de vida plena. Jugaba a volver a ser y no era más que una tiniebla borrosa en la mirada que el pasado le devolvía cada amanecer. Despertaba temprano, harta de soñar imposibles y, con el pelo alborotado y la boca seca, se lanzaba a la calle para agotar su alma y dejar que el esfuerzo pidiese árnica a su desolación. Apenas vestía elegante y las zapatillas se hacían viejas a medida que el tiempo ajaba su rostro y los días confluían sobre sus improbabilidades. Cada mediodía, mientras regresaba en silencio a casa y la lágrima puntual cantaba las alabanzas del ángelus sobre su rostro arrugado, escuchaba la radio del vecino en sintonía con el tiempo y en ángulo recto sobre su estado de ánimo. Aquel día, como otros, mientras la melancolía volvía a torcer su gesto y las miradas volvían a posarse sobre sus hombros, José Luis Perales, devolvía su voz al aire y describía los designios ante el silencio y el rubor. “Y los muchachos del barrio la llamaban loca”. Sonreía, callaba, volvía a respirar e intentaba volver a sonreír más la tristeza impedía volver a contornear sus labios. “Estuve loca ayer, pero fue por amor”.

lunes, 17 de mayo de 2021

David

Mientras chirrían tus arrugadas costuras de bronce, yo estiro con mis dedos los pliegues de tu vestimenta. Mientras tus ojos acerados miran al cielo, yo desenfundo el antifaz que te hará dejar de creer en mentiras. Mientras el suelo tiembla bajo tus pies cincelados, yo seguiré uniendo tus piernas al pedestal porque, atónito ante los sucesos, ha de conocerte la humanidad. Mientras sigo observando la piedra y el pequeño de los Uffizi sigue incordiando, yo pienso en el golpe de maza que hará que todo termine. Creo que es mejor descargar mi frustración en David. Así se llama mi piedra.

miércoles, 5 de mayo de 2021

El más fuerte

Si los pájaros te miran extrañados, enséñales la pistola. Si los mosquitos te buscan de noche, rocíalos de insecticida. Si los gatos se apoyan en tu alféizar, echa veneno en la leche. Si los perros llegan hasta tu puerta, llena de alfileres el trozo de carne. Pero, sobre todo, si tus amigos te piden un favor, déjales bien claro, con paladas de tierra, que sólo existe un rey en esta jungla de asfalto.

martes, 20 de abril de 2021

Un paso adelante

Lo de los panfletos y las proclamas está muy bien. Joder, lo de montar gresca mola bastante; te tapas la cara, quemas unas cuantas papeleras y provocas a los maderos para jugar a los encierros con ellos. Ole, ole y ole. Pero lo de la pistola ya es otra historia. Que sí, que ir al monte a probar la puntería con cuatro latas viejas es mazo divertido, pero lo de ir con ella en la cintura, esperando a que un tipo que no conoces salga de su casa para descerrajarle dos tiros en la nuca, pues mira, eso como que no. Así que les digo que si quieren sigo montando jaleo, quemando papeleras y jugando a los sanfermines con esos toros cuyos cuernos tiene forma de porra de caucho, pero que lo de matar, pues que quieres que te diga, que mejor se lo dejo al Cojo, que nunca ha sido mucho de ir a manifas pero lo de matar pajarillos con la escopeta de perdigones se le daba de puta madre. Seguro que lo entienden, hombre. Aunque por esa cara que me pone el jefe cuando me pide que le devuelva el arma, mira tú, no estoy yo muy seguro del todo.

martes, 6 de abril de 2021

Adrenalina

Se escucha ese «pi» infinito, tan irracional, tan interminable, tan frustrante. Tan de radiotransmisor estropeado. Desconozco las distancias, desconozco los tiempos. Los oídos son un cuartel de infantería en pleno desfile, pero lo peor está en la cabeza, allí retumban tambores y sobrevienen huracanes. La velocidad, constante y adecuada, consigue que algunos de mis sentidos sigan entregados a la misión. La vista al frente, la lengua seca y el aire comprimido a punto de liquidarme. Sólo cuando consigo adelantar al último coche siento como la piel se me eriza por completo.

miércoles, 17 de marzo de 2021

Últimas voluntades

Le pido que haga todo lo posible por mantener con vida a mi marido un poco más y él me muestra la tabla de tarifas colgada en una pared de la sala ¿Cuánto necesita? Un día, cien monedas. Una semana, quinientas. Un mes, mil seiscientas. Un año, diez mil. Saco del bolso un papel de últimas voluntades y pongo en la mano de mi marido un bolígrafo y en la del médico una moneda. Será breve, no se preocupe.

miércoles, 10 de marzo de 2021

El último disparo

Le agradezco con otra sonrisa su mentira piadosa mientras cargo el revólver y mastico el tabaco. Él sigue todo con la mirada; el suelo, las espuelas, la ventana y el revólver. Incluso la soga que rodea sus brazos y la mordaza que puse en su boca cuando me suplicó. Espero tras el cristal mientras el casco de los caballos llena de polvo la aldea. Disparo tres veces y escucho tres golpes secos. Cuando veo sus lágrimas sé que el cuarto disparo, ese que aún no ha salido por el cañón, es el que ha dado en el blanco.

martes, 2 de marzo de 2021

Nueve minutos

No hay tiempo que perder, los guantes están bien calzados, los músculos tensos, la mirada fija en algún punto entre el techo y la pared. El pabellón está lleno, el espectáculo garantizado y millones de personas que han pagado para ver el combate devoran sus snacks frente al televisor. El oponente está en el ring y el futuro está en el aire. El dinero está invertido. Fuera hay un coche con una maleta llena y una rubia al volante. “Recuerda caer al suelo en el tercer asalto”. Debe hacerlo sin que se note demasiado. Gong. Tiene nueve minutos para pensarlo.

jueves, 25 de febrero de 2021

Noche de bodas

Me hace entrar en mi nuevo hogar. Todo está decorado a su gusto. Sonríe. Es feliz y yo también, aunque aún me tiemblan las piernas. Conservo en la memoria la ceremonia y en el dedo el anillo de desposado. No es la noche de bodas que imaginaba, pero sí es la que quería. Tumbado en la cama espero el primer beso de mi primera etapa. Cuando me pregunta si quiero pasar el resto de mi vida con ella, cierro los ojos y susurro lo que no me atreví a decir en la iglesia antes de salir corriendo: “Sí, quiero”.

lunes, 22 de febrero de 2021

Vuelta al castillo

Ya estoy en casa. Tras la puerta quizá me espera una sonrisa, un abrazo y un beso de buenas noches. Quizá una canción, un guiño o un talismán en forma de dibujo. O quizá un portazo, un silencio y un dónde vas con esos labios tan rojos. Quizá el temblor de las manos sea por el temor a ver la botella vacía, al príncipe acurrucado en su cama y al ogro esperando, con los brazos cruzados, a que me encierre con él en su celda de castigo.

lunes, 15 de febrero de 2021

Toc

Qué gusto da verlo todo recogido; los juguetes en el baúl, los papeles en el cajón, los libros en la estantería, los folletos del buzón en la basura y la cabeza del cartero comercial en la máquina picadora.

miércoles, 3 de febrero de 2021

Sueño eterno

Exactamente lo mismo que decía cuando estaba viva, que la vida es un sueño y los sueños, sueños son, lo repite ahora cada noche mientras aparece en nuestras pesadillas.

jueves, 28 de enero de 2021

Cena en familia

Ese no es nuestro estilo de familia.

El padre muestra su enfado cuando mira a los suyos forcejear con la cena. Ocho ojos le siguen hacia la pila, donde se lava las manos y hacia la mesa, donde coloca una servilleta bajo el cuello. Dos ojos siguen cerrados. Él retira con suavidad el pelo y cree encontrar confianza en el pestañeo. El mordisco en el cuello es limpio, la sangre es sabrosa. La adolescente, la primera en muchos años, apenas tiene tiempo de ahogar un grito. Es entonces cuando ocho ojos se cierran y dos se abren como platos.

lunes, 18 de enero de 2021

El padrino

 -        Ese no es nuestro estilo de familia. – Dice mi padrino susurrando al tiempo que acaricia un gatito

blanco.

Por eso, cuando le veo marchar, los pantalones cortos de cuadros, los calcetines hasta arriba y la camiseta con la publicidad de una caja de ahorros, decido quitarme el traje de angora y ponerme de nuevo las alpargatas de esparto. Quien quiere un trabajo en la gran ciudad teniendo ocho fanegas de tierra en el pueblo, me digo mientras observo con resignación la foto de mi orla colgada en una de las paredes de la cocina.