viernes, 19 de junio de 2020

Chapas

Se me acumulan los garbanzos
sin el piquito, porque son los que mejor ruedan, mientras sigo estirando el tapiz y espero su llegada para empezar el campeonato. “Antes jugamos un partido de chapas que darte un beso”, me dijo. Como sus labios son de otro, espero que el partido, al menos, sea mío.

miércoles, 17 de junio de 2020

¿Sí, quiero?

Sufriendo lo indecible por amor la vi pasar a la iglesia vestida de ceremonia. Sabiendo que tras la pregunta, vendría una respuesta sin vuelta atrás, preferí cerrar los ojos y guardar la imagen de sus ojos llorosos mirando hacia el altar “¿Aceptas el sacramento del matrimonio?” Preguntó el cura. “Sí”, contesté yo, sabiendo que mataba dos vidas por no matar una sola.

viernes, 12 de junio de 2020

Planes de pupitre

Antes de ver lo que Arturito, el repetidor, llevaba en su caja de compases, el maestro reprendió a Jaimito

por lo que llevaba en el estuche de cremallera. “A clase se viene sin juguetes”. Arturito guardó el compás y Jaimito el muñeco para hacer vudú. Tendría que ser otro día.

martes, 9 de junio de 2020

El juego del abuelo

Con su gato Mishi, que no participó en las tareas de búsqueda, el pequeño Jaime se recostó en el sofá mientras esperaba que el abuelo hablase y papá y mamá regresasen de ese sitio donde se había escondido el hermanito. El abuelo sonreía a su nieto favorito y Jaime miraba al gato animado del televisor mientras acariciaba al gato real bajo la barbilla. En ese punto había clavado el abuelo el cuchillo. Pero el abuelo no hablaría y él tampoco dejaría de jugar al escondite, aunque sabía de antemano que el hermanito ya había ganado la partida.

lunes, 1 de junio de 2020

El ogro

"No es cierto que tengan siete vidas, ni que merienden niños pequeños". Mamá me hablaba del ogro para que me portase bien y el único que se portaba mal era el ogro. De vez en cuando llegaba de madrugada y se escuchaba el rugido feroz de su garganta y el temblor que causaban el repiqueteo de sus pasos. Una mañana mamá apareció con el ojo cerrado y el ogro a sus pies con un corte en la garganta. No los volví a ver. Y no aprendí a portarme bien. Por eso dicen que tengo siete vidas y meriendo niños pequeños.