martes, 25 de abril de 2023

Vientos de cambio

Me pregunto qué es la vida sino una sucesión de vivencias inesperadas, qué es el futuro sino una cárcel donde morirán los sueños y que es el pasado sino un cajón abierto en el que rebuscar un viejo recuerdo que nos haga sentir orgullosos de lo que un día pudimos llegar a ser.

Imposible olvidar la primera vez que la vi. Muchos la miraban con deseo, pero ella sólo buscaba a quien la mirase con devoción. Quizá por eso se fijó en mí, porque mientras todos le devolvían gestos de asombro, yo le devolví una sonrisa.

Me agarró la mano y me invitó a vivir dentro de sus sueños. De vez en cuando nos acercábamos al muro y nos preguntábamos que habría más allá. Decían que las luces brillaban de noche, que la gente comía en las calles y que los bailes duraban hasta el amanecer.

Nuestros besos sabían a ilusión, pero sus abrazos desprendían deseos de libertad. Aquella mañana era fría y se escuchaban palabras de cambio transportadas por el viento. Seguimos el río de gente y llegamos hasta el pie del muro. Los soldados nos miraban con recelo e intentaban intimidarnos con sus metralletas. Entonces supe que aquel era mi momento y salté hacia lo más alto. Desde allí pude contemplar el otro lado y respirar un aire que sabía distinto.

El tirón me devolvió al suelo y el grito me devolvió a la realidad. Pero la gente se mostró ofendida, los ciudadanos se agolparon contra el hormigón y en unos minutos rompieron con su pasado. Mis manos sangraban y mi corazón latía. “Lo hemos conseguido”, quise decirle, pero por más que la busqué no pude encontrar ni su sombra. Allá, en el lado opuesto a nuestra memoria, viviría para siempre el más bello recuerdo de nuestro pasado.

jueves, 13 de abril de 2023

Tres disparos

La abrazaré con cuidado para no romperla y la dejaré de nuevo en el sofá para que vuelva a ver la película conmigo. Aún recuerdo aquella tarde en la feria, cuando la vio en la tómbola y me suplicó “Quiero esa muñeca, se parece tanto a mí”. La muñeca me costó tres disparos y su abandono no le costó ni media frase. Se lo llevó todo menos la muñeca. Desde entonces la abrazo cada noche y la siento conmigo, porque se parece tanto a ella que cuando cierro los ojos e intento recordarla, su cara es de trapo y sus ojos de plástico inerte.