viernes, 31 de enero de 2020

Recomposición

Un corazón de lana y acero comenzó a latir rítmicamente tras la cicatriz. La pierna de madera, el brazo de aluminio y los ojos de cristal. No miró las fotografías, no probó el pan con chocolate y no dejó que la besara en los labios. Había conseguido recomponerlo todo excepto los recuerdos.

martes, 28 de enero de 2020

El nuevo aparato del abuelo

Esas alas de plástico servían para volar, así como ese coche de madera servía para viajar. El abuelo nos contaba sus historias de juventud mientras revisaba los objetivos apilados en el viejo desván. La espada de cartón, la avioneta de contrachapado, el paracaídas fabricado con una bolsa de supermercado… Por eso, cuando cayó enfermo y nos contaron lo que era una sonda, celebramos entusiasmados que hubiese encontrado un aparato que le permitiese ir al baño sin necesidad de levantarse del sofá.

jueves, 23 de enero de 2020

La sala de juegos

Los padres de Tomás insistían en recuperar al estúpido de su hijo de la sala de juegos. Mientras el resto de los niños jugaban con la pelota, a Tomás le había dado por coger un libro ¿Por qué nos tiene que pasar esto? Se lamentaba el padre. Ahora Tomás tiene la pelota, los niños dejaron los libros y el padre es rescatado de la sala de juegos. Una mala mano ¿Por qué me tiene que pasar esto? Se lamenta Tomás. Y el estúpido monta a su padre en su cochazo rumbo a una casa que no ha vuelto a pisar.

lunes, 20 de enero de 2020

El collar de Toby

Ninguno de los niños que había en el arcón era Tomás, lo verificó Toby con su olfato infalible. Como premio le dimos un brazo y un trozo de peroné. Mientras mascaba, caímos en la cuenta de que no tenía puesto el collar. Buscamos por toda la casa, intrigados y, como última opción, regresamos al arcón. Allí estaba el collar, también Tomás y una cabeza de perro idéntica a la de Toby. La puerta del sótano se cerró y nos dimos la vuelta. Allí estaba el perro que mascaba el hueso y la carne. Los ojos tan rojos como los dientes y una mueca en el rostro que hubiésemos jurado que era una sonrisa.

miércoles, 15 de enero de 2020

Un domingo cualquiera

Cuando se ausentaba de casa, ella sacaba la cámara del armario y fotografiaba los paisajes que le ofrecía la ventana. Árboles, cielo, gente y un riachuelo en el horizonte. Descargaba las imágenes y volvía a guardar la cámara. Siempre se fijaba en las últimas fotos guardadas. Chicas espectaculares, modelos de ensueño, sonrisas radiantes. La última había aparecido en el periódico como víctima de una muerte casual. No era la primera vez. Por eso le preocupó que, un domingo cualquiera, y sin venir a cuento, él le pidiese que se pusiera guapa porque le iba a hacer una sesión fotográfica.

viernes, 10 de enero de 2020

Como Dios manda

“Habría cogido alguna vez un hilván, mamá”. A menudo recuerdo las palabras de la abuela mientras hacía punto de cruz. “Sólo sabes meterle pájaros en la cabeza a la niña”. “Enséñale a ser una mujer como Dios manda”. Observo con nostalgia la foto que decora la mesa del despacho; mi madre, yo y un libro de aventuras. Se abre la puerta y aparece una cabeza. “Señora presidenta, es la hora”. Camino despacio e intuyo un hemiciclo lleno de hombres. Sacaré los pájaros de la cabeza y no haré caso a su Dios sino a lo que me mande el corazón.

martes, 7 de enero de 2020

Luftwaffe

Me quedé dormido hilvanando constelaciones. Las estrellas cayeron en picado, el aire azotaba el polvo y esparcía las cenizas, olía a pólvora y a azufre, podía sentirse el miedo y podían escucharse las sirenas. Mi madre acudió al cuarto y yo le supliqué cinco minutos más. Hoy, mientras observo la vieja casa y reconstruyo los tejados con la memoria, pienso qué hubiese pasado si no hubiese dormido cinco minutos menos.