
Suena la puerta. Tras el umbral, una caja de rosquillas. Piensa en la cara que pondría el obispo si le viese comulgar con ellas. Conoce las normas y se conoce más a sí mismo. Resultará más fácil comulgar con rosquillas que hacerlo con ruedas de molino.
Que piensen lo que quieran. Yo regreso a mi río. Es divertido ser salmón.
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