miércoles, 12 de octubre de 2011

Lejos

Me doy cuenta de que ya echo de menos a mi ex mujer y a mis hijas. Me doy cuenta de que no soy más que un vagabundo en busca de una gloria inexistente. Me doy cuenta de que no soy el centro del universo. Me doy cuenta de que mi arrepentimiento es más poderoso que mi soberbia. Me doy cuenta de que nunca debí aceptar esta puñetera oferta de trabajo. Me he dado cuenta, por fin, de que el dinero no hace la felicidad.

lunes, 10 de octubre de 2011

Burocracia

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- Pase por la siguiente ventanilla. - Le contestó un tipo malhumorado que no cesaba de aplastar papeles con un sello de caucho impregnado en tinta.

Era el tercer funcionario que le hacía visitar la siguiente ventanilla cuando les había preguntado por una prestación por viudedad que le habían comentado que el ministerio estaba dando en casos excepcionales. Afrontó la siguiente ventanilla y econtró un rostro manchado con un bigote a medio afeitar y una mirada apagada bajo una montura de pasta.
- La siguiente ventanilla, por favor.

Ni siquiera le había mirado, ni siquiera le había dado la opción a preguntar. Continuó con su tarea, grapando tacos de papel con una grapadora mecánica y haciendo como que escuchaba el sonido desajustado de un viejo transistor que decoraba un mostrador plagado de papeles.
Se acercó hacia el siguiente funcionario temiendo una nueva mala contestación y no falló en sus propósitos cuando escuchó la voz cansada de un tipo desganado que tecleaba en un ordenador con golpecitos acompasados.
- Eso no es aquí. Pregunte en la siguiente ventanilla. - Este tampoco le había mirado.

Recorrió la oficina de punta a cabo y regresó, una vez más, al tipo que ponía sellos sobre papeles oficiales. Hizo amago de preguntar y el tipo, malencarado, se dirigió a él en un tono despectivo.
- ¿Pero no le he dicho antes que no es aquí?

Puso un sello más. El siguiente no lo pudo poner porque tardó en reaccionar cuando el tipo que había tras el mostrador le enganchó el pelo bajo la nuca y le estampó la nariz contra el enésimo papel oficial que había rellenado en el día. El sello se fundió en rojo y el tipo quedó inconsciente sobre el mostrador. En la oficina un revuelo, en la fila un murmullo y en la mirada del tipo que había sellado el último impreso un hilo de satisfacción. Se dirigió al policía de la puerta y le ofreció las dos manos en busca de unas esposas.
- Yo solamente quería una pensión por viudedad.