Dándole vueltas al último contrato de la luz colocó el papel con las letras boca abajo y la fecha convirtiéndose en encabezado, dobló la esquina y desapareció el año, dobló un tercio y desapareció el logotipo, continuó doblando hasta que algo parecido a un avión apareció en sus manos. Cuando lo lanzó por la ventana fue lo más cerca que estuvo de ver desaparecer el mundo mientras la nevera seguía enfriando las cervezas y el contador seguiría girando mientras el botellín se posaba en sus labios y el viento arrastraba hacia el olvido un diminuto avioncito de papel.
viernes, 15 de marzo de 2024
lunes, 4 de marzo de 2024
El jardín
jueves, 15 de febrero de 2024
Baile de máscaras
Vestía un elegante
traje de seda, camisa volanteada y, rematando el tenue maquillaje, una bella
máscara decorada con motivos dorados. Sus ojos negros escrutaban el canal mientras
caminaba hacia Rialto y repasaba cada uno de los pasos que habría de dar en el
baile.
-
¿Carlo?
Una voz desconocida llamó
su atención.
-
¿Nos conocemos?
-
Deberíamos, quizá.
-
¿Con quién tengo el honor de hablar?
Tras el refinado
traje de terciopelo y la máscara de plata, se encontraba una sonrisa brillante,
unos hipnóticos ojos azules y una sonrisa blanca y amenazadora.
-
Soy el tipo que convertirá el baile en histórico.
-
¿El anfitrión?
-
No exactamente.
-
¿Un cicerone?
-
Te vas acercando.
-
Un galán, supongo.
-
La suposición es el juego que conduce a la adivinación.
Una marea de gente
atestó el pasadizo. Tras un pestañeo, Carlo seguía allí, pero el caballero
había desparecido.
Se había olvidado de
él mientras bailaba con Olivia y cruzaba su mirada con las decenas de máscaras
que giraban a su alrededor. Palpó su cintura y sintió como sus cuerpos se
separaban un centímetro, justo la distancia que se desvió la mirada de su
prometida.
lunes, 12 de febrero de 2024
miércoles, 31 de enero de 2024
Cuadernos de tapa dura
Ahora, en la librería del pueblo.
El alcalde toma la
palabra.
-
Siento decirles que doña Carmen Tolada nos envió un telegrama para decir
que tenía asuntos pendientes que resolver y no estará presente en la charla anunciada.
Hace diez minutos, en
un sótano.
Mar mira a los ojos
de la escritora, atada de pies y manos.
- Quien me iba a decir, Carmen, que algún día visitarías mi pueblo. La gran
escritora de visita en mitad de ninguna parte. No me mire así ¿Acaso no me
recuerda? Claro que lo hace, pero debe estar tan sorprendida como lo he estado
yo durante todos estos años.
Hace tres años, sobre
un escenario.
Carmen recoge el
premio a la mejor novela del año.
- Es todo un honor recoger este premio y toda una satisfacción que el
trabajo de tantos años haya terminado dando su frutos. Gracias al jurado por su
decisión y a ustedes por su reconocimiento.
Hace cinco años,
sentada frente a un teclado y una pantalla en blanco.
Una treintañera con ínfulas
se enfrenta a su reto más personal. Teclea sin parar las palabras escritas en
los cuadernos que posan sobre la mesa.
“El día que conocí a
Telmo, fue el comienzo de una edad inesperada…”.
Hace seis años, en
una cafetería del centro.
Carmen, aburrida
contable sin aspiraciones, observa a la joven que deposita unas monedas sobre
la mesa y se marcha con prisa sin reparar en la mochila que ha dejado colgada
en el respaldo de la silla.
lunes, 29 de enero de 2024
La escopeta
Antonio siempre ha
tenido el don de captar la atención de las personas, es como un imán capaz de
atraer miradas y conquistar oídos. En corro, las chicas del instituto, se
arremolinaban a su alrededor viéndole contar la historia del día en que un
extraño nos quiso abordar de noche en medio del bosque.
-
Este y yo. – Me señalaba. – Habíamos acampado en un lugar perfecto, junto
al río y nos contábamos historias de miedo sentados junto a la hoguera.
Eso había sido hacía demasiados
años, aunque temía que terminase contando el motivo por el que aún no lo
habíamos olvidado. El resto de ex compañeros bebían cerveza y bailaban como
patos bajo el cartel que anunciaba la reunión de antiguos alumnos.
-
Al principio creíamos que era un animal, pero era un hombre con una
escopeta de caza.
Les contó que nos
apuntó a la cabeza y nos pidió todo lo que lleváramos, aunque la verdad es que
el tipo se había extraviado y tan sólo buscaba ayuda para salir de allí. Lo
supimos después de haberle dado una paliza y amenazarle con su propia escopeta.
- Cuando se dio cuenta de que estaba descargada salió corriendo y le
perseguimos hasta que le vimos desaparecer. Fue la hostia ¿Verdad?
Es la primera vez que
me mira en la última media hora.
-
Verdad. – Contesto complaciente.
Las chicas se
dispersan por distintos lugares y Antonio se queda en un rincón recordando
viejos tiempos con la mano metida bajo la falda de Andrea.
Es su manera de
olvidar que, junto al río del bosque negro, hay un tipo enterrado a tres metros
del suelo al que su familia dejó de buscar hace más de cinco años.
jueves, 18 de enero de 2024
Maldito Cupido
Un niño con voz de
hombre, completamente vestido de blanco me mira de forma extraña.
-
Es inaccesible. – Contesto con desgana.
Ambos miramos a Lola.
Apenas lleva dos días en la oficina y ya es la chica más popular.
-
¿Y tú quién eres? – Pregunto.
-
Soy tu salvador.
Lleva un arco de
juguete en el hombro y un carcaj con flechas colgado de la cintura. Parece que
el Carnaval se ha adelantado este año.
Le ofrezco un cigarro
y declina la oferta.
-
Aparte de fumar ¿Qué más te gusta? – Pregunta.
-
Correr, ir al teatro, la montaña y la comida oriental. – Contesto sin
saber bien qué hago hablando con un tipo tan extraño en la puerta de un
edificio de oficinas.
-
Y Lola. – Añade.
-
Sobre todo Lola.
Unos metros más allá,
ella fuma otro cigarro y ríe en voz alta junto a las chicas del departamento de
finanzas.
El niño pone una
flecha en el arco y apunta hacia ellas. El proyectil desaparece en mitad de su
trayectoria y dos segundos más tarde Lola me come con la mirada.
-
Deseo concedido. – Me dice.
La vemos acercarse.
-
Hola.
-
Hola
-
¿Te apetece hacer algo este fin de semana?
-
¿Quieres venir a correr? – Pregunto.
-
¡Uy! Qué pereza.
-
Podemos ir al teatro.
-
Me aburre.
-
¿Quizá un paseo por la montaña?
-
Me dan miedo los bichos.
-
Bueno, pues te invito a cenar a un japonés muy bueno que conozco.
-
¡No! Me da asco el pescado crudo.
A mi lado, el pequeño
lanzador de flechas sonríe complacido y se encoge de hombros. Yo pido auxilio
con la mirada pero él se eleva unos metros del suelo después de desplegar dos
alas diminutas.
miércoles, 10 de enero de 2024
Transformación
No sé por qué me he
levantado más extraño de lo normal. Podría decir que es resaca, pero la fiesta
de anoche no se alargó más de lo acordado. Aun así, siento una sed inmensa y la
cabeza me da vueltas como una peonza. Por más que trato de recordar no
encuentro el momento exacto en el que me fui a la cama y eso que no bebí más
que un par de cervezas.
Lo último que
recuerdo fue la visita de los dos hombres extraños que pasaron sin llamar y
comenzaron a arrasar con todo. Entre todos los disfraces de la fiesta de
Halloween los suyos eran, sin duda, los más trabajados. Empezaron a echar
espuma por la boca y la gente comenzó a reír. Fue divertido. El horror comenzó
cuando uno de ellos agarró a una chica y le devoró el cuello. Entonces todo el
mundo empezó a correr.
Creo que a mí no me
dio tiempo a escapar. Uno de los tipos me abrazó fuerte y no tardé mucho tiempo
en sentirme dentro de un extraño letargo. Sigo teniendo sed, pero el agua no
sacia mi boca seca. Me sigue dando vueltas la cabeza, pero no hay descanso que
apague mi desazón.
Parece que las
cervezas me dieron poder, que no necesito seguir escribiendo una vida tediosa
sobre un simple papel en blanco y que, a partir de hoy, hablaré en voz alta. O
pensaré, porque tampoco soy capaz de articular una sola palabra inteligible más
allá de estos extraños sonidos guturales.
martes, 9 de enero de 2024
El legajo
Nunca me ha gustado comer en el vagón restaurante. Demasiado silencio para tan poca solemnidad y demasiado vaivén para mis deseos de tranquilidad. Pero la misión me ha llevado a viajar en tren y he de vigilar con detalle a la señora Friedrich. Ella es quien porta el manuscrito y yo he conseguir que llegue a buen destino pese a que no se separa ni un solo segundo de su maletín.
La boca aún me sabe a
los besos de Rachel. Fue una casualidad encontrarla en el andén y una
causalidad que terminase retozando conmigo en el coche cama. La perdí de vista
cuando me desperté, pero confío en que se haya quedado con ganas de más y esta
noche vuelva a golpear en mi puerta.
La señora Friedrich
devora el faisán en salsa y yo mastico despacio mientras controlo el maletín e
intento estar atento a cualquier movimiento sospechoso. Hay una joven de pie
junto a ella. Hablan afablemente aunque no recuerdo haberla visto antes hablar
con nadie. Los informes no decían nada de hijas, sobrinas, ni jóvenes
conocidas. Lleva la cabeza cubierta con un pañuelo y, de espaldas, no soy capaz
de identificarla.