lunes, 8 de abril de 2013

Agravio comparativo



Al menos, para las mujeres, tiene mejor gusto. Siempre lo tuvo. Le miro coquetear con la dependienta y no deja de hacerme gracia su manera de actuar; los ojos siempre entornados y las manos quietas. Me gustaría no tener tanta vergüenza al mirar sus desproporcionadas gafas de sol y su camisa de cowboy por encima del pantalón de cuero. Desde que ella murió, me ha presentado a tres novias y cada cual era más guapa y hacendosa que la anterior.
- Me gusta la dependienta, papá. – Le susurro al salir del establecimiento. – Es casi tan guapa como lo era mamá.