domingo, 26 de septiembre de 2021

No, mamá

Habría sido insufrible ver a ese pedazo de cachas haciéndole el boca a boca a mamá con su inseparable camiseta blanca. Habíamos aguantado al gourmet obsesivo, al filósofo petulante, al runner desequilibrado y al metrosexual narcisista. Lo de comer carrilleras al vapor tiene un pase, leer a Platón nos ayudaba a dormir, salir a correr en familia era duro, pero nos unía y lo de ponerse potingues en la cara al menos nos mantenía la piel tersa, pero ¿Ver los partido del Madrid con ese tipo? Saqué la rojiblanca del cajón y le miré con resignación esperando las primeras condolencias.

jueves, 16 de septiembre de 2021

El incendio

Habría sido insufrible ver a ese pedazo de cachas haciéndole el boca a boca a la mujer del segundo piso, por eso, cuando don perfecto me preguntó si todo estaba bien por allí le dije que sí y me apresuré a ocultarla detrás de una puerta. Mientras seguía apagando el incendio imaginaba el sabor sus labios pero un derrumbe en la planta superior me obligó a correr hacia la calle. Cuando recordé a la mujer intenté regresar, pero entonces la vi inconsciente en brazos de don perfecto. No habría besos forzados pero entonces supe que sí habría otro incendio.

lunes, 13 de septiembre de 2021

Malentendido

Cómo íbamos a imaginarnos que no sabía nadar si Paco nos había dicho que Lucio le había dicho que era campeón de su pueblo de crawl. Cómo íbamos a imaginar que Lucio había dicho Cross, que Paco había entendido clon y que nosotros habíamos deducido que la ciencia aún no estaba tan avanzada. Cómo íbamos a imaginar que tirarle desnudo al río iba a ser una broma tan macabra.

miércoles, 1 de septiembre de 2021

Tercer aviso

Su marido era insufrible; cada vez que ganaba su equipo, se pasaba la noche gritando en el balcón. El día que descubrió una amenaza escrita en el buzón, prefirió guardar silencio, pero la segunda nota llegó con una frase más seria: “O se calla o le mato”. Quizá aquel día debería haberle aconsejado que guardase silencio, pero para qué quitarle sus únicos ratos de felicidad. Cuando abrió la puerta y le encontró en el suelo, con una bufanda de su equipo en el cuello y una sonrisa de satisfacción, supo que el vecino del cuarto había escrito la tercera nota. “Cómo se le ocurra celebrar la victoria esta noche, le rompo la crisma”.