lunes, 8 de junio de 2015

Recuerdo

Recuerdo las mañanas soleadas cuando el aire mecía el trigo y en la casa penetraba un olor a grano tostado por el sol. Cuando se nublaba, el olor a tierra mojada era el reclamo para el ejército de hormigas voladoras que revoloteaban sobre el granero. De vez en cuando aparecía un gorrión sobrevolando el tejado y se daba un festín. Yo lo observaba todo desde el porche mientras bebía un refresco con gas y escuchaba a mi padre contarme alguna historia al tiempo que usaba la trilla para separar el grano de la paja.

Recuerdo una mañana oscura, con el cielo gris plomizo y el sonido hueco de las pisadas del caballo en establo. Chirrió la puerta de casa al abrirse, yo almorzaba un trozo de pan con mantequilla y mi madre limpiaba los platos mientras canturreaba una canción. Cuando escuchó los pasos me apremió a esconderme en la despensa. Escuhé un golpe seco y después el silencio. No me atreví a salir. Pasó el día y pasó la noche. Cuando abrí la puerta tuve que buscar el interruptor porque la cocina estaba a oscuras. Mi madre yacía muerta en el suelo. Más tarde me contaron que el cadáver de mi padre había aparecido semienterrado junto al viejo roble del camino.

No recuerdo mucho más de mi infancia porque un canalla me robó los mejores años. Sí recuerdo por qué quise convertirme en policía. Ahora lucho contra los malos ¿Quiénes son los malos? Aquellos hijos de puta que allanan propiedades ajenas y dejan huérfanos a niños felices. En unos segundos tú no recordarás nada, porque estarás muerto. Habrá un niño que recuerde tus pasos pero que, gracias a mí, podrá volver a dormir tranquilo. Y yo recordaré el olor a pólvora. Ese agradable olor que me hace sentir la satisfacción del trabajo bien hecho.