miércoles, 27 de mayo de 2015

El camino de baldosas amarillas


Un apuesto joven al que besó en los labios con dulzura le indicó el camino de baldosas amarillas donde se encontró con un león que temblaba, un hombre de paja que no pensaba y un pedazo de lata con ojos. Regresó a casa de tía Emma y luchó contra el tornado. Siguió a Toto en busca del arco iris y vio aparecer al mago. Como cada tarde, vestía de blanco y traía un vaso de agua. Su voz no sonaba como la de Oz y sus palabras eran siempre las mismas: “Dorothy, es la hora de tu medicación”.

martes, 26 de mayo de 2015

Mi padre y tu hijo

Preparó el brazo para asestar el puñetazo y recordó aquella primera conversación.

" - Todo el mundo es susceptible de llevarse bien independientemente de como sean sus progenitores o como les hayan salido sus suscesores. Hay canallas con hijos estupendos y gente buena cuyos hijos son unos auténticos hijos de puta. De hecho, hay casos en los que un buen hijo con un mal padre busca protección en un buen padre con un mal hijo.
- Ese es nuestro caso. Mi padre es un hijo de puta y tu hijo es un cabronazo.

Entonces llegó la hostia.

- ¿Qué haces?
- Mostrarte la diferencia. Tu puedes llamar a tu padre hijo de puta y quedarte tan tranquilo. Sin embargo, nunca permitiré que insultes a mi hijo.
- Pero tu hijo es un auténtico canalla.

Zas. Otra hostia.

- Puede que así sea. Pero seguirá siendo mi hijo. - Y añadió. - Ojalá algún día lo entiendas. "

Claro que lo había entendido.

Por ello, cuando le escuchó decir "menudo hijo de puta es tu padre" después de conocer ambos la última canallada de su progenitor, preparó el brazo para asestar el puñetazo.

Zas.

Le vio sonreir. Supo que el sabía que lo había entendido.

lunes, 4 de mayo de 2015

Hasta la cofia



Ella sabrá lo que hace cuando se mete en la cocina y se pasa las horas entre pucheros y sartenes. Mientras yo me familiarizo con el sillón y le tomo el pulso al mando de la tele, ella sigue con su mandil y la cuchara de palo. Nos sentamos a comer y observo su mirada inerme.
-          Mañana tengo partido de fútbol. – Le aviso.
No dice nada. Sigo comiendo y ella sigue observando. Debe estar esperando un veredicto.
-          El estofado está demasiado salado.
-          Lo sé.
Disimula una sonrisa, coge el teléfono y marca el uno uno dos.