Con aquellas
tres palabras, el abuelo terminaba siempre las misivas que remitía a la calle
del pueblo en la que residía.
La guerra fue
larga y la abuela estuvo demasiado tiempo sin saber noticias.
De vez en cuando
se cruzaba con la vecina y se lamentaba.
-
Yo creo que le ha pasado algo. Hace mucho que
no me escribe.
La vecina la
tranquilizaba "Seguro que está bien"
y la abuela se marchaba más convencida agradeciéndole su
deferencia y amabilidad.
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