lunes, 30 de marzo de 2020

Educación


-          Cuando acabes la dejas fuera y esperas en la puerta a que aparezca el hombre de negro, y no hagas como la última vez, que cuando te pidió un poco más le cerraste la puerta en las narices.


Marcelino se rajaba los brazos con una navaja y moteaba la palangana blanca con goterones de un granate intenso. Mientras se vendaba el brazo ensayaba consigo mismo de qué manera se podía ser más educado con el vampiro.

miércoles, 25 de marzo de 2020

Seguro de vida

Me llamarán para que baje a cenar en familia y volverán a rezar esa oración que agradezca a Dios cada uno de los alimentos. Dios no estaba con papá el día del accidente. O quizá sí y ahora podamos seguir comiendo gracias a la indemnización. Mamá sonríe de soslayo. Parece haber olvidado las noches sin cena y seguro que ha querido olvidar, también, el lugar donde escondió la llave que aflojó el tornillo de las ruedas.

viernes, 20 de marzo de 2020

Sed matutina


Ya tengo los pies fríos por dormir desarropado; es una batalla continua lo de tirar del edredón cada noche de doce a tres. De tres a siete vuelvo a arroparme y busco con el brazo su lado de la cama. Se ha vuelto a levantar a beber agua. Cuando regresa, el despertador suena y yo me levanto con los pies calientes. Cuando sale de la ducha camina en albornoz para abrir el grifo de la cocina. “Otra vez tienes sed”. Ella sonríe a medias, hasta que escucha la puerta del vecino y bebe un trago largo para disimular el sonrojo.

viernes, 13 de marzo de 2020

La esposa

Sí, soy su esposa y sí, sigue siendo el mismo miserable de siempre que intenta arreglar sus torpezas con rosas rojas y besos robados. Sí, soy su esposa y él sigue llegando a casa a las tres de la mañana, borracho y con la mano suelta, sigue gritando como un loco los goles de su equipo y despreciando mis consejos cada vez que intento calmarle. Sí, soy su esposa, muda, sorda, ciega e insensible, así que, si está muerto, a mí no me miren. Yo soy tan sólo su esposa.

jueves, 5 de marzo de 2020

A quien madruga

De toda la vida se ha dicho que el tuerto es el rey en el país de los ciegos, que a quien madruga Dios le ayuda y que a quién buen árbol se arrima buena sombra le cobija. Alguien taló mi árbol junto al río el día que me desperté con el alba para grabar mi nombre en su corteza. Con el enfado tiré la navaja y, de rebote, me pinché el ojo derecho. Al menos ahora soy rey de algo.