lunes, 25 de noviembre de 2019

El tractor del abuelo

Lo sé, soy un nostálgico, suelo regresar al pueblo cada año para poner en marcha el tractor y recorrer el tramo que hacía con mi abuelo después de la cosecha. El borde de la cantera, el parque de los patos y la colina de la vieja. Y aquella última parada junto al molino donde sólo había una casa con una cuerda llena de ropa. Allí era donde el abuelo se bajaba durante unos minutos y me dejaba jugar con los muñecos. Al cabo volvía y regresábamos a casa. Mientras dábamos media vuelta, solía observar como la señora de la casa se asomaba por la ventana y descolgaba, siempre, unas bragas limpias.

miércoles, 20 de noviembre de 2019

Intución causal


“Intuyo que los científicos irán desapareciendo”, dijo el teocrático en la sala de terapia.

lunes, 18 de noviembre de 2019

Repoblación

Nos comimos a unos cuantos vecinos para no defraudar al patrón cuando nos pidió un poco de colaboración. Las hembras estaban tan tiernas que no dejamos ni un hueso. Cuando nos obligó a repoblar, nos dimos cuenta de que el apareamiento no funcionaba igual con ellos que con ellas. 

viernes, 8 de noviembre de 2019

Dentro del juego

Para que luego digan que los monstruos somos nosotros. Cada vez que cojo el sueño oigo la alarma, cada vez que intento comer algo, llega la alerta. Y a empezar de nuevo. Casa, árbol, montaña, río. Y cuando le tomo el gusto a la aventura, llega el apagón. Pensé que tendría unos días de asueto, pero estos mocosos se llevan la consola hasta en sus vacaciones.

miércoles, 6 de noviembre de 2019

Bohemio

Era lo único que podíamos hacer por él, dadas las circunstancias establecidas. Le conseguimos una guitarra, un coro y un poco de público. No le salió ni una nota. Volvió a beber y, cuando, de nuevo, volvió a conseguir que la lluvia regresase al pueblo, le dejamos cantar en solitario porque un bohemio jamás podrá vivir como un artista.

lunes, 4 de noviembre de 2019

El nuevo Vietnam

Como un enjambre después de recibir la pedrada de un niño, los amantes del blanco aparecieron para denunciarme por fascista, los defensores del negro me llamaron progre de mierda y los soldados del multicolor me amenazaron de muerte. Aturdido, observé las cuatro letras en la pantalla: “Gris”. Me quité la chaqueta marengo e, inmediatamente, borré el tuit.