lunes, 14 de diciembre de 2015

Papá


Como tantas veces había hecho de niño me desperté al alba esperando el sonido de unos pasos. Cada mañana había un hombre que pasaba en silencio a la habitación y me arropaba antes de darme un beso. Recuerdo que le llamaba papá. Resulta curioso comprobar como de selectiva es la memoria, pero cada vez que me acuerdo de su rostro advierto que no se parece en nada al hombre que ahora duerme con mi madre.

viernes, 27 de noviembre de 2015

Bum

Bum, bum.

Los cables tensos, el reloj programado, las coordenadas exactas. Las manos enguantadas tiemblan, el corazón late de manera intensa y produce un sonido dentro de su pecho que le impide concentrarse más allá de su propia excitación.

Bum, bum.

El último toque, el último click, el último suspiro. Y ver como se levanta, como las manos siguen temblando mientras, despacio, se va quitando los guantes para guardarlos en el bolsillo del gabán. Cree sentir las piernas, pero solamente lo cree porque es lo más parecido a un sueño que ha experimentado en su vida. La cabeza fuera de su sitio, la visión en el momento futuro, la respiración agitada, la mirada fija en el horizonte.

Bum, bum.

¿Cómo llegó hasta allí? Presa fácil. Pasado oscuro. Humillaciones, soledad, ganas de redescubrirse. Ganas de acabar con todo. Ganas de empezarlo todo.

Bum, bum.

Se aleja con pasos largos, rápidos, aunque inestables. Su cabeza duda entre la razón y el corazón. Regresar o seguir hacia adelante. El corazón en la garganta, la bilis en la tráquea, la descomposición en el estómago. La conciencia le puede, pero la necesidad le obliga. No sonríe. Llora.

¡Bum!

Todo vuela por los aires. Durante un par de segundos es incapaz de respirar. Cree no poder aguantar de pie, pero sigue caminando ajeno al espectáculo. Tras él, cientos de voces imploran al cielo. Y solamente acaba de empezar, piensa. Posiblemente, algunos de ellos, se estén acordando ahora del día en el que decidieron convertirle el centro de sus burlas. A veces es necesario que justos paguen por pecadores. Limpiar un cáncer, lo llama él. Quimioterapia. Los daños colaterales son inevitables.

lunes, 2 de noviembre de 2015

Frente al espejo

No pudo evitar mirar de reojo la puerta del apartamento, le pareció ver una sombra ¿O quizá era un reflejo? Sonó el teléfono y cuando fue a contestar comprobó que lo había dejado descolgado. Escuchó un murmullo en la habitación y vio la cama vacía. Sobre el estante del salón había dos trofeos; “Campeón del mundo”. Cerró los ojos y subió al ring. El aire zarandeó la barandilla del balcón y escuchó la campana. Se quitó la bata y golpeó el espejo. El rival se rompió en mil pedazos y apuró de un trago la botella de güisqui.

martes, 27 de octubre de 2015

Perdida

- Por mí, por todos mis compañeros y por mí el primero.

El ritual del juego era tan sencillo que ya resultaba monótono el repetirlo. Los niños se escondían, el que la ligaba contaba, de cara a la pared, del uno al diez. Cuando se giraba no tenía que ver a nadie y habría de dedicarse a encontrar a sus amigos. Sencillo y divertido.

El problema fue cuando aparecieron todos menos Marta. María, su hermana gemela fue la primera en dar la voz de alarma. Su coleta que, como siempre, estaba pulcramente anudada en el lado derecho de su cabeza, se movía con intensidad cada vez que exclamaba el llanto que precedía a la lágrima.

Nunca la encontraron. Enterraron un ataud sin cuerpo e hicieron un funeral íntimo y emotivo. A los amigos no nos dejaron asistir y los pocos que recordábamos el día seguimos intentando encontrar a María en cada rincón del pueblo.

Su familia se marchó la semana siguiente. Algunos acudimos a despedirnos de Marta pero ella no quiso bajar del coche. Nos dijo adiós con una mueca y permaneció con la mirada fija sobre nosotros hasta que el auto desapareció al final de la calle. No parecía demasiado triste. Quizá, pensamos todos, ya había llorado demasiado. Lo que nadie comentó nunca es porque aquel día llevaba la coleta prendida hacia el lado izquierdo de su cabeza.

miércoles, 21 de octubre de 2015

De noche



-          Tú y yo podremos pasear juntos bajo ese cielo estrellado.
-          ¿Qué cielo? – Preguntó el otro.
-          Ese. – Contestó señalando al techo.

            Una gota sucia cayó y compuso un sonido hueco al caer sobre el suelo. La luz del pasillo dejó entrever la mano que bajaba. El de abajo rechazó la invitación.

-          No podemos. Está lloviendo.

            Se escucharon risas y pasos. La carcajada se apagó cuando el guardia llegó hasta la celda y golpeó los barrotes con el puño.

-          ¡Silencio!

            Desde hacía seis años era lo único que escuchaban cada vez que creían que se había hecho de noche.

lunes, 5 de octubre de 2015

Indiana

Casi me cuesta la vida encontrar la dichosa arca de la alianza. Que si Egipto por aquí, que si Alemania por allá; a poco más y me despedazan aquellos malditos nazis. No contento con aquello, me enfrasco en una ridícula discusión con Lao Che y, por quítame aquí unas pajas, no sé de qué manera aparezco en mitad de una jungla con una rubia despampanante y un niño chino repelente. Aún me quedaba más gasolina y no contento con mi inicial asalto a la Biblia, me dejo convencer por una oficial del ejército de Hitler para meterme en el lío padre, y nunca mejor dicho. Ya saben el dicho aquel que dice que tiran más dos tetas que dos carretas. Yo de carretas soy poco, pero de lo otro, puedo dar cursos intensivos de experiencia carnal.

Cuando ya era casi un anciano apunto de aparcar el látigo y necesitado de viagra para poder mantener mi reputación amatoria, a algún iluminado se le ocurrió que quizá yo podría volver a las andadas e introducirme de nuevo la maldita jungla sudamericana para encontrar una calavera de cristal extraviada nosecuantos años antes. Los que no me conocen dicen que aquella fue mi última gran aventura, pero se equivocan en cuanto no han intentado saber de mi durante todo este tiempo.

Eso no ha sido todo, no hace mucho me instigaron a participar en un proyecto que parecía una pirada de olla. Un tal doc había iniciado un proyecto por el que terminaría fabricando una máquina capaz de viajar en el tiempo. No sé de qué manera terminé arrimando el hocico allí y metiéndome en un coche cuando en mi vida había tocado un volante. No sé qué hice mal en mis viajes, pero viajé medio siglo hacia adelante y descubrí que un tal Spielberg había proyectado un par de películas utilizando mis aventuras. Maldita sea la hora que le puse el látigo en el cuello. No sólo me cambió por un tal McFly en sus viajes en el tiempo, sino que, llamándome Paco, como buen conquense, tuvo el despecho y la mala leche de bautizarme como Indiana. Qué como va a ser Paco Jones, dice. Qué él es de aventuras y no de chistes populares. A lo mejor regreso al año cuarenta y le meto una patada en el culo al primero que me cite el arca de la alianza. Todo sea por conservar mi reputación. A ver qué tal les parece el chiste.

miércoles, 23 de septiembre de 2015

El jarabe


Tal vez si hubiera preguntado dónde estaban las medicinas le hubiese indicado como abrir el tercer cajón del mueble. Fue gracioso verle buscar por la despensa y coger el frasco de aguarrás que alguien había colocado donde normalmente estaba su jarabe. Apoyó su bastón en la silla y dio un trago largo. No tardó en quejarse y en buscar una ayuda en la negrura que encontraba tras sus gafas oscuras. Nunca le dije a nadie que yo había estado allí, en silencio, observando como desaparecía para siempre aquella maldita tos crónica.

martes, 15 de septiembre de 2015

Como un templo

- Normalmente las personas que no saben lo que quieren pueden llegar a ser las más nocivas. En su indeterminación pueden llegar a utilizarte, hacerte creer que te necesitan y lo que realmente necesitan es no sentirse solas. Puede que un día se den cuenta de que te querían por interés y que lo que realmente les hace feliz es otra compañía. Otra persona que les enseñe lo que realmente han querido ver durante toda su vida.

- Una verdad como un templo.

- Es por eso que, cuando te traicionan, sienten vergüenza de ellos mismos porque no son capaces de mirarte a la cara y darte una explicación. Ni ellos mismos lo saben realmente. Creían que estaban contigo por alguna razón y lo que realmente querían es no estar solos. Las personas que no tienen claro lo que quieren nunca darán la cara en el error porque ellos mismos sabían lo que hubiese podido ocurrir y sienten vergüenza al reconocer que no llegaron a avisarte a tiempo.

- Una verdad como un templo.

- Es difícil dirimir con ellas cuando el daño ya está hecho. Mucho más difícil es pedirles perdón porque te sientes traicionado y la traición es el peor daño para el orgullo. Y todos sabemos que en el orgullo reside nuestra particular dosis de energía personal, es el motor sobre el que proyectamos nuestros planes cada mañana. Y sin orgullo no somos más que juguetes rotos en manos del tiempo.

- Una verdad como un templo.

- Lo más triste de la situación es que la cobardía les lleva al silencio y al alejamiento y al final te enterarás de la noticia por terceras personas. Para ellos será duro pero en el fondo será fácil; tendrán que lidiar durante unos días con su conciencia, pero después se esconderán para siempre y, en su nueva estancia feliz, terminarán olvidándose de todo y si te he visto no me acuerdo.

- Una verdad como un templo.

- Anoche vi a tu mujer besándose con otro hombre en la cafetería de la estación.

- ¿Eso es verdad?

- Como un templo.

martes, 21 de julio de 2015

El incendio



-          ¿Y cuándo será el incendio?
-          Mañana por la tarde.

            Colgó el teléfono y regresó a la cama. Como jefe de bomberos debía estar alerta ante las alarmas, como novio fiel debía permanecer bajo las sábanas abrazado a su amada, como identificador de voces había vuelto a descubrir la trampa y como protagonista del día siguiente debía tener todo preparado sin que ningún contratiempo le estropease la ceremonia.

-          ¿Quién era? – Preguntó ella.
-          Tu padre otra vez. Sigue sin querer que me case contigo.