lunes, 24 de mayo de 2021

Loca

Tenía los ojos sombríos; una mancha gris, cincelada por el llanto, la amargura y la soledad, cubría sus cuencas vacías de vida. Jugaba a olvidar, más no era capaz de borrar de su memoria aquellas imágenes de vida plena. Jugaba a volver a ser y no era más que una tiniebla borrosa en la mirada que el pasado le devolvía cada amanecer. Despertaba temprano, harta de soñar imposibles y, con el pelo alborotado y la boca seca, se lanzaba a la calle para agotar su alma y dejar que el esfuerzo pidiese árnica a su desolación. Apenas vestía elegante y las zapatillas se hacían viejas a medida que el tiempo ajaba su rostro y los días confluían sobre sus improbabilidades. Cada mediodía, mientras regresaba en silencio a casa y la lágrima puntual cantaba las alabanzas del ángelus sobre su rostro arrugado, escuchaba la radio del vecino en sintonía con el tiempo y en ángulo recto sobre su estado de ánimo. Aquel día, como otros, mientras la melancolía volvía a torcer su gesto y las miradas volvían a posarse sobre sus hombros, José Luis Perales, devolvía su voz al aire y describía los designios ante el silencio y el rubor. “Y los muchachos del barrio la llamaban loca”. Sonreía, callaba, volvía a respirar e intentaba volver a sonreír más la tristeza impedía volver a contornear sus labios. “Estuve loca ayer, pero fue por amor”.

lunes, 17 de mayo de 2021

David

Mientras chirrían tus arrugadas costuras de bronce, yo estiro con mis dedos los pliegues de tu vestimenta. Mientras tus ojos acerados miran al cielo, yo desenfundo el antifaz que te hará dejar de creer en mentiras. Mientras el suelo tiembla bajo tus pies cincelados, yo seguiré uniendo tus piernas al pedestal porque, atónito ante los sucesos, ha de conocerte la humanidad. Mientras sigo observando la piedra y el pequeño de los Uffizi sigue incordiando, yo pienso en el golpe de maza que hará que todo termine. Creo que es mejor descargar mi frustración en David. Así se llama mi piedra.

miércoles, 5 de mayo de 2021

El más fuerte

Si los pájaros te miran extrañados, enséñales la pistola. Si los mosquitos te buscan de noche, rocíalos de insecticida. Si los gatos se apoyan en tu alféizar, echa veneno en la leche. Si los perros llegan hasta tu puerta, llena de alfileres el trozo de carne. Pero, sobre todo, si tus amigos te piden un favor, déjales bien claro, con paladas de tierra, que sólo existe un rey en esta jungla de asfalto.