lunes, 5 de diciembre de 2022

Sigue buscando

El segundo volumen de su preciada colección de Dumas aparecía en la aplicación de productos de segunda mano a un módico precio. La habían llamado ya seis tipos, pero se decantó por el de la voz más profunda. Cuando le abrió la puerta de casa se encontró a señor calvo, bajito y sin bigote. Le invitó a pasar y le ofreció una copa ya servida. Cuando despertase en el sótano, sabría que no podría escapar de aquel If mientras ella tendría que seguir buscando a su Conde de Montecristo.

jueves, 1 de diciembre de 2022

El chico de la Amalia

Nunca resultó sencillo ser un bicho raro. De pequeño era el de los mareos y en un pueblo pequeño donde la maldad se mide en palabras, las conversaciones veladas giraban en torno a al chico de la Amalia que había heredado el mal del abuelo. El abuelo, que también se mareaba, murió una noche de frío después de tomar tres vinos y pasar la noche a la intemperie. Por ello, cuando empezaron los primeros síntomas, sus padres le llevaron a un rezandero. Cuando le pudo ver un médico ya tenía la glucosa por las nubes y la gangrena cercenando sus pies. Después de ser el de los mareos, pasó a ser el de la silla de ruedas. Pero no estaba dispuesto a que la diabetes y las lenguas viperinas le venciesen. Cuando consiguió la marca para correr la final de los Juegos Paralímpicos, todo el pueblo se congregó para ver correr al chico de la Amalia. Con la verbena preparada y los ecos de la última conversación telefónica aún en sus oídos, recibió la visita de su entrenador con la cara compungida. “No nos queda insulina”. Y él no sólo se acordó de las luces que engalanaban el pueblo y de la expectativa creada, sino que se acordó de aquellos que se burlaron de sus mareos y le señalaron mientras subía las cuestas del pueblo a golpe de brazo en una vieja silla de ruedas. Y se acordó de su abuelo. Si él murió en una calle solitaria y todo un pueblo seguía recordándole, que mejor manera de entrar en la historia de un país que jugarse la vida en la mayor competición del mundo. “No nos queda otra”, contestó. Y se preparó para salir a la pista y regalarle a sus vecinos la mayor fiesta jamás contada.

jueves, 17 de noviembre de 2022

El bueno de Juan

El bueno de Juan se quedó anoche cuadrando los balances. Siempre tan servicial, ni una mala cara pone por más que le chille a la cara o le haga quedarse hasta tarde. Aún no ha llegado, es raro, siempre es tan puntual. Bueno, le concederé diez minutos de cortesía. Hoy se los ha ganado. Mientras voy a mirar el saldo de mis cuentas en Panamá, como cada mañana. No puede ser. Están vacías, como la silla de Juan ¡Juan! ¿Alguien sabe dónde está Juan?

martes, 8 de noviembre de 2022

Puño y letra

-         Pero es su letra, no hay duda. – Reconoció el hijo antes de leer la nota. – Es otro de sus enigmas.

“Puedo entender precisamente a tu estado emocional solo tú observas y esperas sufriendo porque en realidad algún nido da olvido”.

-         Nada, que se ha largado. – Contestó la madre. – Que no le busquemos.

 Recogió el papel y lo dobló antes de guardarlo en el bolsillo del mandil. Observó, con satisfacción, como sus hijos se resignaban a la desaparición de su padre y como seguían sin conocer ese código secreto de formar oraciones con la primera letra de cada palabra.

lunes, 24 de octubre de 2022

Semillas de zanahoria

Cogí semillas de zanahorias y me puse a sembrar un huerto pensando en que el negocio sería redondo. Cosecharía cientos de kilos, pelaría, rallaría y haría bizcochos. Los vendería, montaría una franquicia, me haría rico y podría comprar más terrenos donde cultivar más zanahorias para poder hacer más y más pasteles. Y todo gracias a Marta, que me había dicho que la tarta estaba riquísima aunque había rechazado un segundo pedazo por sentirse empachada. Después estornudó y me dijo algo de la ageusia, aunque yo entonces ya no escuchaba nada tan entusiasmado como estaba por ir al vivero para comprar mis semillas.

lunes, 17 de octubre de 2022

Señor Martínez

Estimado señor Martínez.

Se preguntará por mi ausencia injustificada durante los últimos días. No se preocupe demasiado, yo no lo estoy haciendo. En esta parte del mundo los atardeceres son tan hermosos que soy capaz de olvidarme de todo, incluso de las horas extra que me obligaba a echar día tras día. Si de algo le estoy agradecido es de que me haya contagiado su amor por el trabajo. Fíjese, yo era un imberbe sin experiencia cuando llegué a la oficina y en apenas tres años ya era uno de los mejores contables de la empresa, la pena es que no supiese reconocérmelo.

Usted le ponía pasión, eso hay que ponérselo en su haber, pero, en confianza, y ahora que nadie nos escucha, le digo que le sobraban los gritos y que debería haberse ahorrado los insultos. Pero me insufló un interés en vena, no se lo voy a negar. Estudié tantos manuales de contabilidad y exploré tantos sistemas informáticos que llegué a la conclusión de que podía llegar a ser tan rico como usted sin necesidad de rozar el infarto en cada segundo.

Así que aquí me ve, perdiendo un minuto de mi vida redactando esta misiva y brindando con una desconocida mientras vemos la luna rielar sobre el ancho mar. Por mí no se preocupe, me puede buscar un sustituto, pero procure tratarle bien, no se vaya escapar al otro del mundo con parte de su dinero.

 Estaré bien.

 Gracias por todo, supongo. Y hasta siempre.

P.D. No levante mucho la voz cuando compruebe el saldo de sus cuentas en Panamá, no vayan a enterarse en el resto de la oficina de que, además de un tirano, es usted también un delincuente.

lunes, 10 de octubre de 2022

Maripa

Cuando llegó la noche, supo que se largaría de aquel pueblo que aún no conocía del todo. Haría la maleta, buscaría un tren a cualquier parte y empezaría de nuevo. En su cabeza seguía rondando la conversación que tuvo con el hombre que pasó por el restaurante durante el día anterior.

-         Se acerca Halloween. – Le dijo.

-         Un inventó yanqui. – Contestó.

-         Cierto, pero aquí sobrevuela el espíritu de Maripa

-         ¿Y quién es Maripa?

-         El que sale de su tumba para comerse tus tripas.

Contó que Maripa se perdió en el bosque una mañana de difuntos y sólo encontraron sus botas junto a un ciervo destripado y una rama de laurel. Desde entonces todas las casas del pueblo amanecen con laurel en su ventana los primeros dos días de noviembre.

-         ¿Y quién no pone el laurel?

-         Amanece con las tripas rotas y muere entre convulsiones.

-         Tonterías.

Esa noche se celebró en el pueblo la fiesta del laurel. Se repartía una rama de laurel a cada vecino, se bebían unas copas de orujo y se encendía un fuego mientras la banda tocaba unos acordes. Él se bebió el orujo pero rechazó el laurel.

-         Cuando escuches golpes en la ventana, sal corriendo.

Los golpes no cesaron durante la noche. Acosado por el miedo, aguantó la jornada entre dudas y lamentos. El laurel estaba agotado y la segunda noche fue aún peor. Por ello decidió marcharse. Se levantó con el alba y, cuando abrió la maleta, sintió un dolor punzante en la boca del estómago. Vomitó un hilo de sangre y se arrastró en búsqueda de alivio. La ventana seguía desnuda, en la calle no se escuchaba un alma y en el espejo del baño un rostro que no conocía le devolvió una sonrisa de satisfacción.

lunes, 26 de septiembre de 2022

Las cosas como son

El olor del cocido recién terminado inunda la casa, es sábado al mediodía y tres platos de sopa humean en la mesa mientras la madre llama al hijo y esperan el sonido de las llaves abriendo la puerta de entrada. El padre es tan puntual para marcharse como para regresar. Cada sábado baja al bar a tomar café y termina la mañana bebiendo cerveza y jugando una partida de mus. El chico, que ya ha dormido en tensión después de la noticia de anoche, espera a que su padre rompa el silencio y le diga de una vez qué es lo que piensa. Pero la sopa no viene con reproches y, esta vez, las cervezas no vienen con gruñidos. Ha regresado con su ritual de siempre y no ha abierto la boca mientras se sentaba a la mesa para la comida de los sábados en familia. Es el único día de la semana que puede disfrutar de los suyos y aún no sabe qué tiene que decir. Mañana vendrán sus cuñados para comerse la paella y hablarán de lo necesario que es el partido de ultraderecha al que votarán todos de nuevo en las próximas elecciones. Y el chico guardará silencio cuando le pregunten por sus novias y no les contará que en realidad es homosexual. Y él apretará los puños, como hace ahora, y encenderá la garganta. Pero cuando levanta la mano descubre el miedo en la mirada de su hijo y una súplica en el rostro de su mujer. Los dedos, juguetones, alborotan el pelo del chaval y su frase le aconseja visitar al peluquero. Se sirve un plato de garbanzos y sigue comiendo en silencio. Las cosas son como son y lo importante es que siga habiendo un cocido en la mesa cada sábado al mediodía.

jueves, 15 de septiembre de 2022

Helado

Quizás sea mejor no llevarles la contraria cuando me digan que estoy castigado. Me lo advirtió Esteban el día que regresó al centro vestido de azul y ellos le encontraron debajo de mi cama temblando. “Estás helado”, dijeron. Pero yo descubrí el miedo en su voz cuando les aseguraba que no había visto nada. Después vinieron por mí. Me habían preparado el mismo cuarto y en el armario permanecían las camisetas azules. Me dijeron que Esteban se había marchado, y yo decidí creerles, porque anoche, cuando pasaron para comprobar si dormía, también vi sus ojos brillar con un amarillo intenso.

viernes, 9 de septiembre de 2022

Pendiente de ella

Sin poder superar su muerte me pierdo en tazas de café infinitas, en blíster de pastillas irresistibles, en noches de insomnio y en días de precipitación. Soy incapaz de asumir lo que estoy a punto de hacer y por eso la mantengo despierta durante la noche y en un estado de letargo durante el día. Ya nadie pregunta por ella, ni siquiera ese compañero de trabajo que, casualmente, encontró su anillo de casada en el suelo de la oficina. Me preparo para superar la muerte y lleno la bañera de agua para que vuelva a sentir el calor del agua sobre su espalda. El secador está enchufado y ella se ha vuelto a quedar dormida. Tan sólo me falta valor y ser consciente de lo que significa vivir pendiente de ella.

lunes, 5 de septiembre de 2022

Tú sabrás

Y pagar la entrada para acceder a ella y saber qué es lo que piensa. Pagaría mi sueldo por descubrir su mundo interior, bucear en su cabeza y saber qué concierto suena allí dentro cuando permanece callada. Porque ella sólo sabe contestar “tú sabras” cuando le pregunto si le pasa algo ¿Y yo qué voy a saber si llevo todo el día con mis amigos? Al final voy a agradecer que lleguen los días de partido. Jugar, beber, reír y desear no llegar a casa para no ser víctima de este incómodo silencio.

martes, 30 de agosto de 2022

La gatera

Cuando Lucas vio a Paco cruzar la gatera se sintió extrañado. La casa tenía unas normas e incumplirlas conllevaba un castigo. No excederse, no robar y no cruzar la gatera. Al otro lado estaban las cámaras, los guionistas y el director. También había una sala para emergencias. Así que pensó que habría tenido una urgencia.

La noche anterior, todos menos Paco habían bebido la leche que les habían servido. Lo supo porque recordó el vaso lleno cuando tuvo que correr hacia el baño para vomitar. Así que, preso de las pesadillas, despertó para comprobar como todos dormían pero la cama de Paco estaba vacía y la luz del baño estaba apagada. Al rato le escuchó llegar, arrastrándose desde la gatera y metiéndose en la cama para dormir hasta que los altavoces les despertasen de nuevo.

Aquel día Paco perdonó a Cristina y Cristina se marchó a la calle. El día que repartieron privilegios, Paco acertó las preguntas y se libró de la expulsión. Por ello, la noche que volvió a escuchar abrirse la gatera, Lucas se arrastró hasta donde pudo poner el oído y les escuchó hablar de cómo estaban montando los videos para favorecerle.

Esa mañana amenazó con contarlo todo. Le trataron con displicencia y le hicieron caer en el sonrojo cuando en el directo de la noche sacaron media docena de videos para dejarle en ridículo delante de todo el país.

Así que, cuando se salvó de la expulsión, en lugar de dar las gracias dio una primicia.

-         Todo está amañado para que gane Paco.

La emisión se cortó y, cuando regresó, Lucas ya no estaba y el presentador se excusó diciendo que había habido un error en el recuento. Paco no ganó, no fuesen a generar perspicacias, y de Lucas nadie ha vuelto a saber nada.

miércoles, 24 de agosto de 2022

El último golpe

El bosque estaba ahí, esperando y él seguía mirando por la ventana, con la soga bajo la cama y esperando a que todos estuviesen en su sitio. Mamá en la cocina, la hermana en el colegio y papá trabajando. Le vio salir y se colgó la soga al hombro. El nudo fuerte, el lazo grande. La cabeza entraba. Se adentró entre los árboles y escogió el más fornido. Su padre cortaba troncos y no le había visto venir. Igual que su madre no había visto venir el primer golpe. Igual que aún no sabía que ya había recibido el último.

miércoles, 17 de agosto de 2022

Oruga sin alas

Como no podía ver sus ojos, miraba al cielo. Como no podía acariciar su pelo, perdía la vista en el sol hasta terminar cegado y atrapado por la nostalgia. Como no podía escuchar su voz, rememoraba momentos y susurraba en voz baja la canción de despedida que le cantaba por la noche, antes del último beso. “Bella oruga sin alas, serás mariposa en mi amanecer”.

Un mortero cayó cerca de sus pies, le atronaron los oídos y se escondió en la trinchera presto a cargar el arma y disparar a discreción. Eran ya doce semanas las que llevaban de asedio. Doce semanas parapetados en la montaña. La esperanza se había vuelto negra, el pan se había vuelto duro y las lágrimas se habían convertido en la única compañía en un lugar donde el silencio sólo era interrumpido por los disparos enemigos.

A lo lejos, como colgado del cielo y dibujado por Dios, se divisaba el campanario de la iglesia del pueblo. Podían distinguir algún tejado e imaginar la escena dentro de cada casa. El pasado eran ellos y el presente estaba vestido de invasores que, seguramente, habían vejado a cada una de sus mujeres. Entre ellas había una con los ojos del color del cielo y los cabellos del color del sol. Cada mañana, mientras acudía a complacer al general, divisaba el horizonte y seguía esperando una señal que confirmase que el hombre que amaba seguía luchando para rescatarla.

Fue entonces cuando la vio. El sol pintaba la montaña de naranja y una ráfaga fría erizó los poros de su piel. La mariposa voló hacia el este y arriba, mientras el miedo cerraba sus ojos, él volvía a cantar “bella oruga sin alas, serás mariposa en mi amanecer”.

jueves, 4 de agosto de 2022

Un Dios

 -     Después se extinguían silenciosamente, aplastadas por un Dios que destruyó a los seres más pequeños mientras planeaba
como terminar con los más grandes, a golpes, a martillazos, quizás a cuchilladas.

 Su madre interrumpió su narración.

-        ¿Qué haces?

-        Jugar.

 Una se dio la vuelta y el otro siguió pisando hormigas.

- Mejor a hachazos.

lunes, 1 de agosto de 2022

La noche más larga

- Maldita sea, traigan más café. 

Se esperaba una noche larga y John paseaba en círculos sobre la moqueta del despacho. Tenía la corbata desanudada y el pelo alborotado. Alrededor de la mesa, cuatro de sus mejores hombres esperaban instrucciones. Ellos tampoco iban a dormir en varios días. Las imágenes del atentado refulgían en sus cabezas y se mostraban ante sus ojos en forma de fotografías expuestas en la pared.

- El presidente está a salvo. - Dijo uno de ellos.

Hubo un resoplido de alivio y una mirada atenazante. Necesitaba algo.

- Creemos que ha sido Bin Laden.
¿Bin Laden? Él mismo había estrechado su mano quince años atrás cuando dotaron de armas a los musulmanes afganos para su guerra contra los soviéticos.

- ¿El de la cueva?
La pregunta le hizo recordar un vídeo, cinco años atrás, en el que Bin Laden, vestido de ermitaño, les declaraba la guerra.
Entonces se habían reído de él.
No se habían preocupado de él.

- Maldita sea.
Marcó un número y habló durante un par de minutos mientras los demás guardaban silencio. Cuando colgó, asintió levemente con la cabeza.

- Luz verde.
Y supo que en pocos días tendría que regresar a ese infierno llamado Afganistán.

jueves, 7 de julio de 2022

El baile

Descansaba durante el día porque la noche era una coreografía continua. Primero vomitaba, después se bebía una botella de un trago, insultaba, se bebía otra botella y abría la mano para empezar a golpear. Por ello, el día que no hubo baile, mamá se acercó a la alcoba, preocupada. Él no roncaba y el vómito se acumulaba en su boca mientras un extraño color azul pintaba su rostro. Mamá tiró las botellas y subió las persianas. Desde aquel día no ha vuelto a bailar, pero, con una sonrisa radiante, canta una copla cada mañana.

lunes, 4 de julio de 2022

Lucas

 -        Mi madre hizo una foto el día que vino a revisar la clase.

Leo era el hijo de la profesora. Avispado y locuaz, siempre iba por delante de los demás y necesitaba saber qué había pasado con Lucas, la ardilla de peluche que les acompañaba desde el primer curso y siempre observaba a la clase desde lo alto de la estantería. Era el primer día de clase y todos los alumnos de Cuarto B la habían echado de menos.

Todo estaba orden, pero en la foto se veía una silla junto a la estantería.

-        Lo recuerdo. – Dijo la profesora. – Yo la puse en su sitio.

Entonces Leo se subió a una silla y, en lo alto de la estantería, vio una pulsera de tela que enseñó al resto de la clase.

“Valencia”, es lo que ponía en la pulsera.

-        Marisa, de Quinto B ha estado en Valencia este verano. – Observó Paz.

Y todos fueron a la clase de quinto para preguntar a Marisa. Ella juró que la pulsera no era suya, pero añadió algo más.

-        Allí me encontré a Sebastián, de Cuarto A.

Cuarto A era la clase rival, la que siempre perdía en fútbol contra ellos y la que luchaba, en vano, por ser la mejor clase del colegio. Cuando Lucas se acercó a Sebastián se fijó en que su muñeca tenía una marca blanca, como si el sol hubiese quemado todo su brazo excepto el lugar donde había estado una pulsera.

-        ¿Dónde está Lucas? – Preguntó.

Ante la mirada de los profesores, Sebastián no tardó en hundirse. Quería fastidiar a Cuarto B y por eso había robado a Lucas.

Los alumnos de Cuarto B siguen ganando al fútbol, sacando las mejores notas y Lucas les sigue observando desde lo alto de la estantería.

viernes, 3 de junio de 2022

Fin

La última vez que la vio fue en su cama, apoyada sobre un brazo, acariciándole la oreja y sonriendo discretamente mientras trataba de esconder el par de colmillos afilados que utilizaba como arma contra cualquier incauto que creía en sus palabras y se postraba ante sus brazos. Había encendido la luz, alertado por un mal sueño, y descubrió en su mirada la sed de quien necesita seguir bebiendo para seguir saciándose de ego. No se trataba de sobrevivir, se trataba de seguir siendo una leyenda.

Apagó la luz de inmediato, tratando de escapar, y se encontró en el suelo, desnudo y con una gota de sudor resbalando sobre su espalda. Tanteó las sábanas, preguntó en voz alta y bordeó la cama, a tientas, tratando de encontrar un final más o menos decoroso a sus miedos. Chocó contra la pared y recorrió el borde de la ventana con la mano hasta encontrar el tirador de la persiana, pero desgraciadamente, aún era de noche. La luna regaló un leve resplandor que iluminó el lecho vacío y un soplido de alivio nació desde el estómago para morir en su boca reseca.

Desde entonces durmió con la luz apagada y los ojos cubiertos por un antifaz. Prefería que la oscuridad le librase de encuentros indeseables antes que poner un pie en el suelo y encontrarse de frente con la reina de sus pesadillas. Hacía demasiados años que la conocía y siempre le había concedido una tregua permanente. Sigue alimentándome, le dijo un día, y jamás me alimentaré de ti. Así que a menudo se sentaba sobre su vieja silla de madera y ajeno a los crujidos de los encajes desencolados, buscaba lugares propicios para sus escarceos, encontraba pobres inocentes cargados de vida y le regalaba la ocasión de seguir satisfaciendo sus necesidades.

Todo fue bien hasta el día en el que dejó de encontrar rincones y en el que las víctimas fueron desapareciendo de su lista de asuntos pendientes. Entonces ella apareció en su lecho, le besó el cuello y él sintió el escalofrío de quien sabe que los finales felices son imposibles cuando se mezclan el miedo y la pereza. Durmió con ella durante varias noches, mientras escuchaba sus historias y planeaba sus deseos. Dame lo que quiero, le ordenó mientras clavaba las uñas en sus muslos y rozaba con sus labios la engarzada cicatriz que adornaba su frente.

Le dio dos víctimas más; un señor mayor que apenas era capaz de sostenerse apoyado en un bastón de madera y un banquero casi jubilado que no tuvo tiempo de pedir perdón para poder expiar sus pecados. Pero ella quería carne joven y sangre fresca. Sabía que el comisario García andaba detrás de ella, pero más que miedo sentía excitación. Era la última de una vetusta e implacable saga de vampiros. Era la última de los Crolie y no pensaba dejar que su linaje desapareciese en pos del prestigio de un tipo sin escrúpulos que sólo buscaba la gloria personal en forma de titular y una medalla prendida en el pecho.

Quítame a García de encima, le ordenó. Pero él, por más que intentase quebrar la moral del jefe de la comisaría centro, no conseguía detener su ímpetu, ni mucho menos su sed de gloria. Así que ella comenzó a personarse por las noches, con los colmillos afilados y las garras desnudas, perturbando sus sueños, dominando sus pesadillas, organizando su agenda con inscripciones cargadas de temor y promesas cargas de resentimiento. Y él sólo sabía esconderse en algún rincón, cerrar los ojos, rezar y esperar a que el día hiciese acto de aparición y le ofreciese una tregua de doce horas hasta la próxima amenaza de muerte.

La sequía duró unos días, hasta el momento en el que la vio aterrizar sobre el alféizar, golpear su ventana e irrumpir en su habitación con las alas desplegadas y la boca abierta de par en par. Dejó de sentir miedo. Cerró los ojos y esperó a que su yugular se cercenase antes de dar paso al último capítulo. En ese momento sintió un disparo y después sobrevino el silencio. Despacio, y agarrotado por la tensión, abrió los ojos y la vio caer al suelo, con los ojos abiertos, inyectados en sangre, y la boca cerrada, vacía de poder. Tras él, el comisario García sostenía la vieja pistola con la que el General Hurst había acabado con toda una estirpe de vampiros un siglo atrás. La pistola de balas de platino, fabricada en Tirisania y destinada a tipos con el corazón de hielo y el alma de fuego. Se sonrieron, se incorporaron, se abrazaron y se dejaron llevar por la oscuridad mientras el final de una historia se representaba frente a ellos y se cerraba en unos ojos inertes y un pecho perforado.

El agente Pinoso le encontró sentado en la silla, con los ojos abiertos y el pecho reventado por un disparo, supuestamente efectuado con la pistola que yacía a sus pies, a varios centímetros de su mano abierta y caída hacia el suelo en busca de un lugar donde terminar su viaje. Sobre la mesa, justo delante de él, un ordenador portátil mostraba una hoja escrita en un procesador de texto cuyo último párrafo terminaba con la palabra “Fin”.

Había una nota sobre la mesa ¿Alguien sabe quién es el comisario García? Preguntó. Alguien le respondió que era un personaje de sus novelas. Un tipo que vive obsesionado con cazar a una vampira. Todo demasiado sórdido. Chasqueó la lengua y levantó la pistola encajando un bolígrafo en el arco del gatillo. Mientras la observaba, se fijó en la estantería del fondo. Ocho volúmenes destacaban entre pilas de papeles desordenados. “La saga de los Crolie”. Tomó un ejemplar y lo ojeó despacio. El nombre de una mujer se repetía en cada capítulo, el mismo nombre que había leído en la pantalla del ordenador portátil. Devolvió el libro a su lugar y desbloqueó el teléfono. Alguien debería saber cómo terminaba la historia.

lunes, 23 de mayo de 2022

Tíovivo

Los primeros compases de la banda iniciaron las fiestas y los fuegos artificiales pintaron el cielo. Papá me compró una ficha para el tiovivo. Mientras el caballito giraba vi a mamá acercarse mientras que, en el lado opuesto, un señor con gafas, miraba atentamente. Mamá dijo algo a papá en el oído. El señor se quitó las gafas. Mamá se alejó de papá. El señor esbozó una sonrisa. Papá restregó sus ojos. El señor agarró a mamá por la cintura. El tiovivo se detuvo. Papá me cogió en brazos. Los caballitos se pararon y nuestra vida comenzó a girar.

lunes, 9 de mayo de 2022

Del Pas al cielo

Va a ser difícil, pero más difícil parecía poder superar las lesiones y aquí estamos, codo con codo con los más grandes, después de ganar mi serie de semifinal y dispuesto a luchar por todo. Me encuentro bien. Si acaso un poco dolorido, pero es normal, el esfuerzo, el límite, la élite. Es lo que tiene. No he de despegarme de los británicos, ellos tienen la carrera en la cabeza y yo la tengo en el corazón. Sé que si voy con ellos voy a subir al podio ¿Al lugar más alto? Nunca se sabe.

El sudanés Khalifa ha puesto el listón alto. Se está corriendo rápido, va a costar. Pero me encuentro bien, puedo seguirle, incluso desde el tercer lugar. He corrido muchas veces y sé que mi estrategia de estar pendiente, en los puestos de arriba, es la correcta. He sido plata europea y bronce después, recordman de España y campeón en mi tierra, pero esto es el cénit. El cielo angelino es azul, la oportunidad es inmejorable y la calidad de los hombres que me siguen es insuperable. Ganar esto me llevaría a la cima.

No entiendo que hace Scott, con el final tan bueno que tiene, tomando las riendas de la carrera. Quedan más de dos vueltas ¿Qué hace? Claro, la está ralentizando, necesita que se corra más despacio para que él tenga opciones en el final. No lo puedo consentir, necesito mi premio, me merezco mi medalla. He luchado más que nadie contras las adversidades y he sufrido más que nadie para estar aquí. Me pongo delante y corro como llevo haciéndolo desde que era sólo un niño, con pasión, con firmeza, con los dientes apretados y quien pueda seguirme, que lo haga.

Y lo siento por quien no pueda, pero no puedo permitirme el lujo de ser sentimental, aquí se corre deprisa, quedan dos vueltas y necesito quitarme de encima a estas moscas británicas que no dejan de posarse sobre mi plato de sopa. Qué buenos son los tíos. No me queda otra que seguir corriendo y corriendo y corriendo. Como lo he hecho tantas veces, como me ha dado tan buen resultado cada vez que he tenido pasión y no he tenido miedo.

Ding, dong. Última vuelta. Si algo me da miedo son los tres británicos. Son los mejores del planeta, quizá los mejores de la historia, y contra ellos he de jugarme las lentejas en la mejor carrera del mundo. Aprieto, lo doy todo, me quiero marchar, pero no lo hago. Espera. Ovett se ha parado ¡Ovett se ha parado! Sigue, Jose, sigue así. Vas bien. Contrarrecta, penúltima curva. Allá va Coe. Qué elegancia, qué fuerza, qué sabiduría. No puedo. Tampoco con Cramm. Pero no te despistes, detrás tienes a Chesire exigiéndote. Aguanta, Jose, puedes ser tercero. Siento el aliento de Chesire tras la nuca. No puedo más. Me va a alcanzar. Corre, Jose, corre. Has nacido para correr. La meta, sí, la línea. Mírala. Abro los brazos, clamo al cielo, sonrío. Nadie es más feliz que yo. Quien lo iba a imaginar. El españolito, el cántabro del Pas. Sin medios, sin formación, sin información, sin seguimiento. Aquí estás. En el podio de los Juegos Olímpicos. Disfruta tu hazaña. Te lo has ganado.

jueves, 28 de abril de 2022

A dos milímetros

Una sala oscura, una luz que refulge, un sonido estridente y un silencio sepulcral desde las butacas. Se adivinan dos cabezas y una docena de filas vacías. Se acomoda atrás, nervioso, algo alterado, quizá a punto de salir corriendo. Aún le bulle la mentira y le carcome la culpa. Pero en el fondo sabe que necesita hacerlo. Los instintos, cuando arden, son capaces de quemar cualquier atisbo de compasión. Y no es que no quiera a su mujer, joder, no, no es eso, es que necesita apagar un fuego y entregarse al caudal de sus necesidades primarias.

Está en el lugar acordado. Sin familia, sin mirones, sin remordimientos. Todos acuden allí para entregarse al placer, todos acuden allí redimiendo su pecado. Es una sala de cine vacía, donde un tipo se masturba y otro espera, como él, a que llegue su compañía. Es la última sala X de la ciudad, el último bastión para tipos que han de verse en secreto y abandonar la excitación heterosexual para probar la carne masculina. Por más que en la pantalla dominen las mujeres desnudas, aquel es un lugar para el consumo homosexual. La última fortaleza.

Cuando siente el aliento a su lado, sabe que no tiene escapatoria, sabe que la marcha atrás sólo es un recurso para terminar con la sodomía y volver a casa con la conciencia manchada y el alma satisfecha. Toda una vida escondiéndose, ya fuese en baños, en bocas de metro o en cines clandestinos. Toda la vida huyendo de la sociedad y confirmando la teoría de una frustración mal gestionada. Se puede querer sin amar y se puede amar sin querer. Todo es cuestión de prioridades y la suya, en aquel momento, está a dos milímetros de su piel.

miércoles, 20 de abril de 2022

Purita

A Philip le llamó su jefe cuando estaba enfrascado en el nuevo guion.

-        Olvídate de eso. Quiero que hagas un guion para jovencitas.

-        ¿Para jovencitas?

-        ¿No me digas que no eres capaz?

 

Pues claro que era capaz. Y si no lo era siempre le quedaba recurrir a su mujer, ella había sido una niña aventurera y soñadora, qué mejor ayuda que esa.

Pura llevaba unos años en Bruguera y empezaba a aburrirse como una ostra. Dibujitos infantiles, bocetos para niñas grandes y alguna que otra concesión a la demanda masculina. Y siempre, siempre, el mismo comentario: “Qué bien lo haces para ser mujer”.

Pues claro que lo hacía bien. Lo hacía incluso mejor que aquel Vázquez que nunca aparecía por la editorial o que aquel Ibáñez que se pasaba el día dibujando sin levantar la mirada de la mesa.

Ni tanto ni tan calvo.

Así que anda enfrascada en su boceto cuando el señor Víctor Mora le requiere en su despacho.

-        Es urgente. – Le advierte.

 

Así que se planta delante del jefe, con los brazos cruzados y atiende a sus palabras.

-        Necesitan un dibujante para una editorial inglesa.

-        Pero yo no puedo irme a vivir a Inglaterra.

 

A Pura le encanta Inglaterra y le encantan sus costumbres. Hace un tiempo pasó allí tres meses y fueron los más fascinantes de su vida, pero ahora su mundo está amueblado por un matrimonio y un hijo pequeño y no puede abandonar España así como así.

-        Tranquila, no tendrás que ir a vivir allí.

 

Y, tras tranquilizarla, el señor Mora le explica el proyecto.

-       Una editorial necesita unos dibujos para crear un personaje que iría como novedad en una revista de tirada nacional.

-        ¿Y querrán mis dibujos?

-        ¿Por qué no?

-        ¿Les ha hablado de mí?

-       No, pero a mí me basta con saber que usted dibuja muy bien, señora Campos. Además, el trabajo no es seguro, están tanteando a varias editoriales y serán varios los dibujos que se presentarán a la prueba.

  

Philip no para de abrir sobres y comprobar cada uno de los dibujos. Masculla un gruñido con fastidio. “Nada de esto es lo que busco”.

Abre un último sobre. España. “A ver qué me presentan estos”. Los ojos se le salen de las órbitas, la boca se llena de saliva y le sudan las palmas de las manos. Nervioso, excitado y eufórico, exhala un grito.

-        ¡Es justo lo que buscaba!

 

Pura lleva ya más de tres años dibujando para Philip y Philip lleva más de tres años encantado con Pura. Se han visto en otras tantas ocasiones, ya que una vez a la año, Pura viaja a Londres para departir con Philip y sugerirle ciertos cambios en la historia de Patty, la adolescente británica que enamora a la juventud y cuyos derechos ha adquirido Bruguera en España para comercializar en los quioscos. El nombre de Patty, claro están, no suena nada Español, así que la primera tirada, dentro de la revista Lily, se titulará “Esther y su mundo”. Creen que puede gustar.

Carlos lleva cuatro años enganchado a los comics de su hermana. Los lee a escondidas, en el baño, y siente un profundo amor por la niña Esther, a quien ha visto crecer y convertirse en una estudiante modelo y una joven ejemplar. “Algún día yo también haré algo parecido”, se dice. Y se duerme soñando con la vida adulta de Esther mientras es él quien guioniza todas las andanzas de una madre soltera con ganas de seguir conquistando el mundo.

A Pura le han dicho que pare de dibujar. Lleva diecisiete años pintando la vida de Patty y a la editorial se le han acabado los recursos al tiempo que a Philip se le han acabado las ideas. No es ningún drama, está tan agotada de Esther que necesita darle un descanso. Montará una galería, o volverá a diseñar moda, quizá monte un taller de dibujo. Hay muchos proyectos, hay mucho futuro.

La galería de arte fue un fracaso, la moda estuvo bien, pero daba muchos dolores de cabeza y el taller de dibujo fue todo un triunfo. Pero los años han traído canas, arrugas y ganas de descansar. Pura ya no es joven, se ha jubilado y visita las ferias de cómics con la sensación de que el mundo no ha sido agradecido con ella y de que los fans apenas saben quién es la persona que había tras el mundo de Esther. Uno de los organizadores de la feria de La Coruña se dirige a ella en tono expectante y con un brillo en los ojos capaz de iluminar todo el pabellón.

-        Hola, Purita Campos. Soy un admirador y tengo una propuesta para usted.

 

Carlos se lo cuenta todo a Pura y Pura vuelve a dibujar. Carlos ahora es Philip y Esther es una mujer de cuarenta años con una hija tan pizpireta como lo era ella de joven. Desde su posición de madre soltera lucha para que su hija se eduque en los valores que a ella la hicieron fuerte y los fans vuelven, durante un par de años, a emocionarse con las aventuras de Esther y su mundo de sueños y realidades.

Por eso, cuando Pura cierra los ojos por última vez, Carlos sabe que no se ha marchado una persona normal sino que el recuerdo vivirá para siempre para honrar a una persona extraordinaria. Ni aquel Vázquez que tan poco acudía al estudio, ni aquel Ibáñez que no salía de él, podrían igualar jamás la repercusión que Purita tuvo en el mundo con sus dibujos.

Una lágrima recorre la mejilla. Carlos cierra el libro y lo guarda en la estantería. Ahí queda Esther y su mundo perfecto sin su madre, ninguneada durante gran parte de su vida por este mundo imperfecto.

lunes, 4 de abril de 2022

Buscando su libertad

Los pasos son tan rápidos como se lo permite su cabeza y su cabeza no funciona más allá de dos por hora. Choca con el hombro de un tipo al que no ha visto venir, mira al suelo y ve lo mismo que cuando mira al frente, los pies arrastras y los brazos caídos, una nebulosa forma frontera con su realidad y un dolor en el pecho es su único conducto de comunicación entre el deseo y el mundo de las verdades.

La abstinencia es igual de dolorosa que la dejadez. Las ropas están sucias, raídas y la carne está rasgada y huele orines y a sudor rancio. Las dos últimas noches las ha dormido en el descampado después de no encontrar sitio en ningún chamizo. Gana veinte euros pegando un palo e inmediatamente regresa de vuelta a Las Barranquillas a por su dosis diaria de desconexión.

Uno de los coches que se dirigen por el camino hacia el depósito municipal pasa a su lado sin que él sea consciente ni de su presencia ni de su peligro. El sonido del claxon, estruendoso, altera su sistema nervioso y provoca la protesta, poco airada, la verdad, del resto de zombis que, como él, buscan su dosis diaria en la chabola de Los Gallos. No hubiese sido el primer muerto por atropello en aquel infierno de jeringuillas, muertos vivientes y deshechos de toda clase. Al último, después del atropello, le dejaron en una cuneta hasta que la policía vino a recogerle y no recibió respuesta alguna sobre los detalles del coche que se había dado a la fuga. No les importó porque allí no importaba nadie, porque allí sólo importaba vivir un día más hasta que el último les atrape con los ojos en blanco y la sonrisa puesta. Por supuesto, sin dientes y sin aliento.

Tiene la boca seca y una convulsión en el cuello. Ni quiere agua ni quiere descanso, lo único que quiere encontrar es una puerta, dejar un billete de veinte arrugado que lleva en el bolsillo y llevarse su dosis veinte metros más allá, donde otros como él duermen el sueño de los justos y la pesadilla de los injustos. Con la ansiedad perpetrando un plan dentro de su pecho alcanza un lugar en la tierra y, a duras penas, consigue sacar del bolsillo la cuchara, el mechero y la jeringuilla ajada por el uso. Con pulso de cirujano, como si la abstinencia hubiese dejado, de repente, de nublar su vista y hacer temblar sus manos, llena el émbolo y dirige la aguja hacia una vena agujereada junto a su tobillo. Un segundo más tarde yace tendido en el suelo con los ojos abiertos, la boca desencajada y las piernas estiradas. No hay mundo, no hay tiempo, no hay colores. Tan sólo hay paz y eso tan manido que llaman libertad. Vuelve a ser libre. Vuelve a ser el hombre que siempre quiso ser.