lunes, 5 de diciembre de 2022
Sigue buscando
jueves, 1 de diciembre de 2022
El chico de la Amalia
jueves, 17 de noviembre de 2022
El bueno de Juan
martes, 8 de noviembre de 2022
Puño y letra
“Puedo entender precisamente a tu estado
emocional solo tú observas y esperas sufriendo porque en realidad algún nido da
olvido”.
-
Nada, que se ha largado. – Contestó la madre.
– Que no le busquemos.
Recogió
el papel y lo dobló antes de guardarlo en el bolsillo del mandil. Observó, con
satisfacción, como sus hijos se resignaban a la desaparición de su padre y como
seguían sin conocer ese código secreto de formar oraciones con la primera letra
de cada palabra.
lunes, 24 de octubre de 2022
Semillas de zanahoria
Cogí semillas de zanahorias y me puse a sembrar un huerto pensando en que el negocio sería redondo. Cosecharía cientos de kilos, pelaría, rallaría y haría bizcochos. Los vendería, montaría una franquicia, me haría rico y podría comprar más terrenos donde cultivar más zanahorias para poder hacer más y más pasteles. Y todo gracias a Marta, que me había dicho que la tarta estaba riquísima aunque había rechazado un segundo pedazo por sentirse empachada. Después estornudó y me dijo algo de la ageusia, aunque yo entonces ya no escuchaba nada tan entusiasmado como estaba por ir al vivero para comprar mis semillas.
lunes, 17 de octubre de 2022
Señor Martínez
Estimado señor Martínez.
Se preguntará por mi ausencia injustificada durante los últimos días. No se preocupe demasiado, yo no lo estoy haciendo. En esta parte del mundo los atardeceres son tan hermosos que soy capaz de olvidarme de todo, incluso de las horas extra que me obligaba a echar día tras día. Si de algo le estoy agradecido es de que me haya contagiado su amor por el trabajo. Fíjese, yo era un imberbe sin experiencia cuando llegué a la oficina y en apenas tres años ya era uno de los mejores contables de la empresa, la pena es que no supiese reconocérmelo.
Así que aquí me ve, perdiendo un minuto de mi vida redactando esta misiva y brindando con una desconocida mientras vemos la luna rielar sobre el ancho mar. Por mí no se preocupe, me puede buscar un sustituto, pero procure tratarle bien, no se vaya escapar al otro del mundo con parte de su dinero.
P.D. No levante mucho la voz cuando compruebe el saldo de sus cuentas en Panamá, no vayan a enterarse en el resto de la oficina de que, además de un tirano, es usted también un delincuente.
lunes, 10 de octubre de 2022
Maripa
-
Se acerca Halloween. – Le dijo.
-
Un inventó yanqui. – Contestó.
-
Cierto, pero aquí sobrevuela el espíritu de
Maripa
-
¿Y quién es Maripa?
-
El que sale de su tumba para comerse tus
tripas.
Contó que Maripa se perdió en el bosque una
mañana de difuntos y sólo encontraron sus botas junto a un ciervo destripado y
una rama de laurel. Desde entonces todas las casas del pueblo amanecen con
laurel en su ventana los primeros dos días de noviembre.
-
¿Y quién no pone el laurel?
-
Amanece con las tripas rotas y muere entre
convulsiones.
-
Tonterías.
Esa noche se celebró en el pueblo la fiesta
del laurel. Se repartía una rama de laurel a cada vecino, se bebían unas copas
de orujo y se encendía un fuego mientras la banda tocaba unos acordes. Él se
bebió el orujo pero rechazó el laurel.
-
Cuando escuches golpes en la ventana, sal
corriendo.
lunes, 26 de septiembre de 2022
Las cosas como son
jueves, 15 de septiembre de 2022
Helado
viernes, 9 de septiembre de 2022
Pendiente de ella
lunes, 5 de septiembre de 2022
Tú sabrás
martes, 30 de agosto de 2022
La gatera
Cuando Lucas vio a Paco cruzar la gatera se sintió extrañado. La casa tenía unas normas e incumplirlas conllevaba un castigo. No excederse, no robar y no cruzar la gatera. Al otro lado estaban las cámaras, los guionistas y el director. También había una sala para emergencias. Así que pensó que habría tenido una urgencia.
La noche anterior, todos menos Paco habían
bebido la leche que les habían servido. Lo supo porque recordó el vaso lleno
cuando tuvo que correr hacia el baño para vomitar. Así que, preso de las
pesadillas, despertó para comprobar como todos dormían pero la cama de Paco
estaba vacía y la luz del baño estaba apagada. Al rato le escuchó llegar,
arrastrándose desde la gatera y metiéndose en la cama para dormir hasta que los
altavoces les despertasen de nuevo.
Aquel día Paco perdonó a Cristina y Cristina
se marchó a la calle. El día que repartieron privilegios, Paco acertó las
preguntas y se libró de la expulsión. Por ello, la noche que volvió a escuchar
abrirse la gatera, Lucas se arrastró hasta donde pudo poner el oído y les
escuchó hablar de cómo estaban montando los videos para favorecerle.
Esa mañana amenazó con contarlo todo. Le
trataron con displicencia y le hicieron caer en el sonrojo cuando en el directo
de la noche sacaron media docena de videos para dejarle en ridículo delante de
todo el país.
Así que, cuando se salvó de la expulsión, en
lugar de dar las gracias dio una primicia.
-
Todo está amañado para que gane Paco.
miércoles, 24 de agosto de 2022
El último golpe
El bosque estaba ahí, esperando y él seguía mirando por la ventana, con la soga bajo la cama y esperando a que todos estuviesen en su sitio. Mamá en la cocina, la hermana en el colegio y papá trabajando. Le vio salir y se colgó la soga al hombro. El nudo fuerte, el lazo grande. La cabeza entraba. Se adentró entre los árboles y escogió el más fornido. Su padre cortaba troncos y no le había visto venir. Igual que su madre no había visto venir el primer golpe. Igual que aún no sabía que ya había recibido el último.
miércoles, 17 de agosto de 2022
Oruga sin alas
Como no podía ver sus ojos, miraba al cielo. Como no podía acariciar su pelo, perdía la vista en el sol hasta terminar cegado y atrapado por la nostalgia. Como no podía escuchar su voz, rememoraba momentos y susurraba en voz baja la canción de despedida que le cantaba por la noche, antes del último beso. “Bella oruga sin alas, serás mariposa en mi amanecer”.
Un mortero cayó cerca de sus pies, le
atronaron los oídos y se escondió en la trinchera presto a cargar el arma y
disparar a discreción. Eran ya doce semanas las que llevaban de asedio. Doce
semanas parapetados en la montaña. La esperanza se había vuelto negra, el pan
se había vuelto duro y las lágrimas se habían convertido en la única compañía
en un lugar donde el silencio sólo era interrumpido por los disparos enemigos.
A lo lejos, como colgado del cielo y dibujado
por Dios, se divisaba el campanario de la iglesia del pueblo. Podían distinguir
algún tejado e imaginar la escena dentro de cada casa. El pasado eran ellos y
el presente estaba vestido de invasores que, seguramente, habían vejado a cada
una de sus mujeres. Entre ellas había una con los ojos del color del cielo y
los cabellos del color del sol. Cada mañana, mientras acudía a complacer al
general, divisaba el horizonte y seguía esperando una señal que confirmase que
el hombre que amaba seguía luchando para rescatarla.
jueves, 4 de agosto de 2022
Un Dios
como terminar con los más grandes, a golpes, a martillazos, quizás a cuchilladas.
-
¿Qué haces?
-
Jugar.
lunes, 1 de agosto de 2022
La noche más larga
- Maldita sea, traigan más café.
Se esperaba una noche larga y John paseaba en círculos sobre la moqueta del despacho. Tenía la corbata desanudada y el pelo alborotado. Alrededor de la mesa, cuatro de sus mejores hombres esperaban instrucciones. Ellos tampoco iban a dormir en varios días. Las imágenes del atentado refulgían en sus cabezas y se mostraban ante sus ojos en forma de fotografías expuestas en la pared.
- El presidente está a salvo. - Dijo uno de ellos.
jueves, 7 de julio de 2022
El baile
lunes, 4 de julio de 2022
Lucas
Leo era el hijo de la profesora. Avispado y locuaz, siempre iba por delante de los demás y necesitaba saber qué había pasado con Lucas, la ardilla de peluche que les acompañaba desde el primer curso y siempre observaba a la clase desde lo alto de la estantería. Era el primer día de clase y todos los alumnos de Cuarto B la habían echado de menos.
Todo estaba orden, pero en la
foto se veía una silla junto a la estantería.
-
Lo recuerdo. – Dijo la profesora. – Yo la puse en su
sitio.
Entonces Leo se subió a una silla y, en lo alto de la estantería, vio una pulsera de tela que enseñó al resto de la clase.
“Valencia”, es lo que ponía en la
pulsera.
-
Marisa, de Quinto B ha estado en Valencia este verano.
– Observó Paz.
Y todos fueron a la clase de quinto para preguntar a Marisa. Ella juró que la pulsera no era suya, pero añadió algo más.
-
Allí me encontré a Sebastián, de Cuarto A.
Cuarto A era la clase rival, la que siempre perdía en fútbol contra ellos y la que luchaba, en vano, por ser la mejor clase del colegio. Cuando Lucas se acercó a Sebastián se fijó en que su muñeca tenía una marca blanca, como si el sol hubiese quemado todo su brazo excepto el lugar donde había estado una pulsera.
-
¿Dónde está Lucas? – Preguntó.
Ante la mirada de los profesores, Sebastián no tardó en hundirse. Quería fastidiar a Cuarto B y por eso había robado a Lucas.
Los alumnos de Cuarto B siguen ganando al fútbol, sacando las mejores notas y Lucas les sigue observando desde lo alto de la estantería.
viernes, 3 de junio de 2022
Fin
La última vez que la vio fue en su cama, apoyada sobre un brazo, acariciándole la oreja y sonriendo discretamente mientras trataba de esconder el par de colmillos afilados que utilizaba como arma contra cualquier incauto que creía en sus palabras y se postraba ante sus brazos. Había encendido la luz, alertado por un mal sueño, y descubrió en su mirada la sed de quien necesita seguir bebiendo para seguir saciándose de ego. No se trataba de sobrevivir, se trataba de seguir siendo una leyenda.
Apagó la luz de inmediato,
tratando de escapar, y se encontró en el suelo, desnudo y con una gota de sudor
resbalando sobre su espalda. Tanteó las sábanas, preguntó en voz alta y bordeó
la cama, a tientas, tratando de encontrar un final más o menos decoroso a sus
miedos. Chocó contra la pared y recorrió el borde de la ventana con la mano
hasta encontrar el tirador de la persiana, pero desgraciadamente, aún era de
noche. La luna regaló un leve resplandor que iluminó el lecho vacío y un soplido
de alivio nació desde el estómago para morir en su boca reseca.
Desde entonces durmió con la luz
apagada y los ojos cubiertos por un antifaz. Prefería que la oscuridad le librase
de encuentros indeseables antes que poner un pie en el suelo y encontrarse de
frente con la reina de sus pesadillas. Hacía demasiados años que la conocía y
siempre le había concedido una tregua permanente. Sigue alimentándome, le dijo
un día, y jamás me alimentaré de ti. Así que a menudo se sentaba sobre su vieja
silla de madera y ajeno a los crujidos de los encajes desencolados, buscaba
lugares propicios para sus escarceos, encontraba pobres inocentes cargados de
vida y le regalaba la ocasión de seguir satisfaciendo sus necesidades.
Todo fue bien hasta el día en el
que dejó de encontrar rincones y en el que las víctimas fueron desapareciendo
de su lista de asuntos pendientes. Entonces ella apareció en su lecho, le besó
el cuello y él sintió el escalofrío de quien sabe que los finales felices son
imposibles cuando se mezclan el miedo y la pereza. Durmió con ella durante
varias noches, mientras escuchaba sus historias y planeaba sus deseos. Dame lo
que quiero, le ordenó mientras clavaba las uñas en sus muslos y rozaba con sus
labios la engarzada cicatriz que adornaba su frente.
Le dio dos víctimas más; un señor
mayor que apenas era capaz de sostenerse apoyado en un bastón de madera y un
banquero casi jubilado que no tuvo tiempo de pedir perdón para poder expiar sus
pecados. Pero ella quería carne joven y sangre fresca. Sabía que el comisario
García andaba detrás de ella, pero más que miedo sentía excitación. Era la
última de una vetusta e implacable saga de vampiros. Era la última de los
Crolie y no pensaba dejar que su linaje desapareciese en pos del prestigio de
un tipo sin escrúpulos que sólo buscaba la gloria personal en forma de titular
y una medalla prendida en el pecho.
Quítame a García de encima, le
ordenó. Pero él, por más que intentase quebrar la moral del jefe de la
comisaría centro, no conseguía detener su ímpetu, ni mucho menos su sed de
gloria. Así que ella comenzó a personarse por las noches, con los colmillos
afilados y las garras desnudas, perturbando sus sueños, dominando sus
pesadillas, organizando su agenda con inscripciones cargadas de temor y
promesas cargas de resentimiento. Y él sólo sabía esconderse en algún rincón,
cerrar los ojos, rezar y esperar a que el día hiciese acto de aparición y le
ofreciese una tregua de doce horas hasta la próxima amenaza de muerte.
La sequía duró unos días, hasta
el momento en el que la vio aterrizar sobre el alféizar, golpear su ventana e
irrumpir en su habitación con las alas desplegadas y la boca abierta de par en
par. Dejó de sentir miedo. Cerró los ojos y esperó a que su yugular se
cercenase antes de dar paso al último capítulo. En ese momento sintió un
disparo y después sobrevino el silencio. Despacio, y agarrotado por la tensión,
abrió los ojos y la vio caer al suelo, con los ojos abiertos, inyectados en
sangre, y la boca cerrada, vacía de poder. Tras él, el comisario García
sostenía la vieja pistola con la que el General Hurst había acabado con toda
una estirpe de vampiros un siglo atrás. La pistola de balas de platino,
fabricada en Tirisania y destinada a tipos con el corazón de hielo y el alma de
fuego. Se sonrieron, se incorporaron, se abrazaron y se dejaron llevar por la
oscuridad mientras el final de una historia se representaba frente a ellos y se
cerraba en unos ojos inertes y un pecho perforado.
El agente Pinoso le encontró
sentado en la silla, con los ojos abiertos y el pecho reventado por un disparo,
supuestamente efectuado con la pistola que yacía a sus pies, a varios
centímetros de su mano abierta y caída hacia el suelo en busca de un lugar
donde terminar su viaje. Sobre la mesa, justo delante de él, un ordenador
portátil mostraba una hoja escrita en un procesador de texto cuyo último
párrafo terminaba con la palabra “Fin”.
lunes, 23 de mayo de 2022
Tíovivo
lunes, 9 de mayo de 2022
Del Pas al cielo
Va a ser difícil, pero más difícil parecía poder superar las lesiones y aquí estamos, codo con codo con los más grandes, después de ganar mi serie de semifinal y dispuesto a luchar por todo. Me encuentro bien. Si acaso un poco dolorido, pero es normal, el esfuerzo, el límite, la élite. Es lo que tiene. No he de despegarme de los británicos, ellos tienen la carrera en la cabeza y yo la tengo en el corazón. Sé que si voy con ellos voy a subir al podio ¿Al lugar más alto? Nunca se sabe.
El sudanés Khalifa ha puesto el listón alto. Se está corriendo rápido, va a costar. Pero me encuentro bien, puedo seguirle, incluso desde el tercer lugar. He corrido muchas veces y sé que mi estrategia de estar pendiente, en los puestos de arriba, es la correcta. He sido plata europea y bronce después, recordman de España y campeón en mi tierra, pero esto es el cénit. El cielo angelino es azul, la oportunidad es inmejorable y la calidad de los hombres que me siguen es insuperable. Ganar esto me llevaría a la cima.
No entiendo que hace Scott, con el final tan bueno que tiene, tomando las riendas de la carrera. Quedan más de dos vueltas ¿Qué hace? Claro, la está ralentizando, necesita que se corra más despacio para que él tenga opciones en el final. No lo puedo consentir, necesito mi premio, me merezco mi medalla. He luchado más que nadie contras las adversidades y he sufrido más que nadie para estar aquí. Me pongo delante y corro como llevo haciéndolo desde que era sólo un niño, con pasión, con firmeza, con los dientes apretados y quien pueda seguirme, que lo haga.
Y lo siento por quien no pueda, pero no puedo permitirme el lujo de ser sentimental, aquí se corre deprisa, quedan dos vueltas y necesito quitarme de encima a estas moscas británicas que no dejan de posarse sobre mi plato de sopa. Qué buenos son los tíos. No me queda otra que seguir corriendo y corriendo y corriendo. Como lo he hecho tantas veces, como me ha dado tan buen resultado cada vez que he tenido pasión y no he tenido miedo.
Ding, dong. Última vuelta. Si algo me da miedo son los tres británicos. Son los mejores del planeta, quizá los mejores de la historia, y contra ellos he de jugarme las lentejas en la mejor carrera del mundo. Aprieto, lo doy todo, me quiero marchar, pero no lo hago. Espera. Ovett se ha parado ¡Ovett se ha parado! Sigue, Jose, sigue así. Vas bien. Contrarrecta, penúltima curva. Allá va Coe. Qué elegancia, qué fuerza, qué sabiduría. No puedo. Tampoco con Cramm. Pero no te despistes, detrás tienes a Chesire exigiéndote. Aguanta, Jose, puedes ser tercero. Siento el aliento de Chesire tras la nuca. No puedo más. Me va a alcanzar. Corre, Jose, corre. Has nacido para correr. La meta, sí, la línea. Mírala. Abro los brazos, clamo al cielo, sonrío. Nadie es más feliz que yo. Quien lo iba a imaginar. El españolito, el cántabro del Pas. Sin medios, sin formación, sin información, sin seguimiento. Aquí estás. En el podio de los Juegos Olímpicos. Disfruta tu hazaña. Te lo has ganado.
jueves, 28 de abril de 2022
A dos milímetros
Una sala oscura, una luz que refulge, un sonido estridente y un silencio sepulcral desde las butacas. Se adivinan dos cabezas y una docena de filas vacías. Se acomoda atrás, nervioso, algo alterado, quizá a punto de salir corriendo. Aún le bulle la mentira y le carcome la culpa. Pero en el fondo sabe que necesita hacerlo. Los instintos, cuando arden, son capaces de quemar cualquier atisbo de compasión. Y no es que no quiera a su mujer, joder, no, no es eso, es que necesita apagar un fuego y entregarse al caudal de sus necesidades primarias.
Está en el lugar acordado. Sin familia, sin mirones, sin remordimientos. Todos acuden allí para entregarse al placer, todos acuden allí redimiendo su pecado. Es una sala de cine vacía, donde un tipo se masturba y otro espera, como él, a que llegue su compañía. Es la última sala X de la ciudad, el último bastión para tipos que han de verse en secreto y abandonar la excitación heterosexual para probar la carne masculina. Por más que en la pantalla dominen las mujeres desnudas, aquel es un lugar para el consumo homosexual. La última fortaleza.
Cuando siente el aliento a su lado, sabe que no tiene escapatoria, sabe que la marcha atrás sólo es un recurso para terminar con la sodomía y volver a casa con la conciencia manchada y el alma satisfecha. Toda una vida escondiéndose, ya fuese en baños, en bocas de metro o en cines clandestinos. Toda la vida huyendo de la sociedad y confirmando la teoría de una frustración mal gestionada. Se puede querer sin amar y se puede amar sin querer. Todo es cuestión de prioridades y la suya, en aquel momento, está a dos milímetros de su piel.
miércoles, 20 de abril de 2022
Purita
-
Olvídate de eso. Quiero que hagas un guion
para jovencitas.
-
¿Para jovencitas?
-
¿No
me digas que no eres capaz?
Pues claro que era capaz. Y si no
lo era siempre le quedaba recurrir a su mujer, ella había sido una niña
aventurera y soñadora, qué mejor ayuda que esa.
Pura llevaba unos años en Bruguera y empezaba a aburrirse como una ostra. Dibujitos infantiles, bocetos para niñas grandes y alguna que otra concesión a la demanda masculina. Y siempre, siempre, el mismo comentario: “Qué bien lo haces para ser mujer”.
Pues claro que lo hacía bien. Lo
hacía incluso mejor que aquel Vázquez que nunca aparecía por la editorial o que
aquel Ibáñez que se pasaba el día dibujando sin levantar la mirada de la mesa.
Ni tanto ni tan calvo.
Así que anda enfrascada en su
boceto cuando el señor Víctor Mora le requiere en su despacho.
-
Es urgente. – Le advierte.
Así que se planta delante del
jefe, con los brazos cruzados y atiende a sus palabras.
-
Necesitan un dibujante para una editorial inglesa.
-
Pero yo no puedo irme a vivir a Inglaterra.
A Pura le encanta Inglaterra y le
encantan sus costumbres. Hace un tiempo pasó allí tres meses y fueron los más
fascinantes de su vida, pero ahora su mundo está amueblado por un matrimonio y
un hijo pequeño y no puede abandonar España así como así.
-
Tranquila, no tendrás que ir a vivir allí.
Y, tras tranquilizarla, el señor
Mora le explica el proyecto.
- Una editorial necesita unos dibujos para crear un
personaje que iría como novedad en una revista de tirada nacional.
-
¿Y querrán mis dibujos?
-
¿Por qué no?
-
¿Les ha hablado de mí?
- No, pero a mí me basta con saber que usted dibuja muy
bien, señora Campos. Además, el trabajo no es seguro, están tanteando a varias
editoriales y serán varios los dibujos que se presentarán a la prueba.
Philip no para de abrir sobres y
comprobar cada uno de los dibujos. Masculla un gruñido con fastidio. “Nada de
esto es lo que busco”.
Abre un último sobre. España. “A
ver qué me presentan estos”. Los ojos se le salen de las órbitas, la boca se
llena de saliva y le sudan las palmas de las manos. Nervioso, excitado y
eufórico, exhala un grito.
-
¡Es justo lo que buscaba!
Pura lleva ya más de tres años dibujando para Philip y Philip lleva más de tres años encantado con Pura. Se han visto en otras tantas ocasiones, ya que una vez a la año, Pura viaja a Londres para departir con Philip y sugerirle ciertos cambios en la historia de Patty, la adolescente británica que enamora a la juventud y cuyos derechos ha adquirido Bruguera en España para comercializar en los quioscos. El nombre de Patty, claro están, no suena nada Español, así que la primera tirada, dentro de la revista Lily, se titulará “Esther y su mundo”. Creen que puede gustar.
Carlos lleva cuatro años enganchado a los comics de su hermana. Los lee a escondidas, en el baño, y siente un profundo amor por la niña Esther, a quien ha visto crecer y convertirse en una estudiante modelo y una joven ejemplar. “Algún día yo también haré algo parecido”, se dice. Y se duerme soñando con la vida adulta de Esther mientras es él quien guioniza todas las andanzas de una madre soltera con ganas de seguir conquistando el mundo.
A Pura le han dicho que pare de dibujar. Lleva diecisiete años pintando la vida de Patty y a la editorial se le han acabado los recursos al tiempo que a Philip se le han acabado las ideas. No es ningún drama, está tan agotada de Esther que necesita darle un descanso. Montará una galería, o volverá a diseñar moda, quizá monte un taller de dibujo. Hay muchos proyectos, hay mucho futuro.
La galería de arte fue un fracaso, la moda estuvo bien, pero daba muchos dolores de cabeza y el taller de dibujo fue todo un triunfo. Pero los años han traído canas, arrugas y ganas de descansar. Pura ya no es joven, se ha jubilado y visita las ferias de cómics con la sensación de que el mundo no ha sido agradecido con ella y de que los fans apenas saben quién es la persona que había tras el mundo de Esther. Uno de los organizadores de la feria de La Coruña se dirige a ella en tono expectante y con un brillo en los ojos capaz de iluminar todo el pabellón.
-
Hola, Purita Campos. Soy un admirador y tengo una
propuesta para usted.
Carlos se lo cuenta todo a Pura y Pura vuelve a dibujar. Carlos ahora es Philip y Esther es una mujer de cuarenta años con una hija tan pizpireta como lo era ella de joven. Desde su posición de madre soltera lucha para que su hija se eduque en los valores que a ella la hicieron fuerte y los fans vuelven, durante un par de años, a emocionarse con las aventuras de Esther y su mundo de sueños y realidades.
Por eso, cuando Pura cierra los ojos por última vez, Carlos sabe que no se ha marchado una persona normal sino que el recuerdo vivirá para siempre para honrar a una persona extraordinaria. Ni aquel Vázquez que tan poco acudía al estudio, ni aquel Ibáñez que no salía de él, podrían igualar jamás la repercusión que Purita tuvo en el mundo con sus dibujos.
Una lágrima recorre la mejilla. Carlos cierra el libro y lo guarda en la estantería. Ahí queda Esther y su mundo perfecto sin su madre, ninguneada durante gran parte de su vida por este mundo imperfecto.
lunes, 4 de abril de 2022
Buscando su libertad
Los pasos son tan rápidos como se lo permite su cabeza y su cabeza no funciona más allá de dos por hora. Choca con el hombro de un tipo al que no ha visto venir, mira al suelo y ve lo mismo que cuando mira al frente, los pies arrastras y los brazos caídos, una nebulosa forma frontera con su realidad y un dolor en el pecho es su único conducto de comunicación entre el deseo y el mundo de las verdades.
La abstinencia es igual de dolorosa que la
dejadez. Las ropas están sucias, raídas y la carne está rasgada y huele orines
y a sudor rancio. Las dos últimas noches las ha dormido en el descampado
después de no encontrar sitio en ningún chamizo. Gana veinte euros pegando un
palo e inmediatamente regresa de vuelta a Las Barranquillas a por su dosis
diaria de desconexión.
Uno de los coches que se dirigen por el
camino hacia el depósito municipal pasa a su lado sin que él sea consciente ni
de su presencia ni de su peligro. El sonido del claxon, estruendoso, altera su
sistema nervioso y provoca la protesta, poco airada, la verdad, del resto de
zombis que, como él, buscan su dosis diaria en la chabola de Los Gallos. No
hubiese sido el primer muerto por atropello en aquel infierno de jeringuillas,
muertos vivientes y deshechos de toda clase. Al último, después del atropello,
le dejaron en una cuneta hasta que la policía vino a recogerle y no recibió respuesta alguna sobre los detalles del coche que se había dado a la fuga. No
les importó porque allí no importaba nadie, porque allí sólo importaba vivir un
día más hasta que el último les atrape con los ojos en blanco y la sonrisa
puesta. Por supuesto, sin dientes y sin aliento.