Quizás sea mejor no llevarles la contraria cuando me
digan que estoy castigado. Me lo advirtió Esteban el día que regresó al centro
vestido de azul y ellos le encontraron debajo de mi cama temblando. “Estás
helado”, dijeron. Pero yo descubrí el miedo en su voz cuando les aseguraba que
no había visto nada. Después vinieron por mí. Me habían preparado el mismo
cuarto y en el armario permanecían las camisetas azules. Me dijeron que Esteban
se había marchado, y yo decidí creerles, porque anoche, cuando pasaron para
comprobar si dormía, también vi sus ojos brillar con un amarillo intenso.
Arrasados
Hace 2 días
No hay comentarios:
Publicar un comentario