miércoles, 1 de julio de 2020

Genes

Le confesé a mi padre lo que había hecho en el partido de fútbol. Él nunca venía a verme y tampoco mostraba demasiado interés por mis historias. “He marcado dos goles con la zurda”, le decía entusiasmado con el balón bajo el brazo. Y él, desde el sofá, cogía la pelota y, con la derecha, tiraba siempre apuntando a la foto enmarcada del hombre vestido de futbolista que decoraba el salón. Pero era tan malo que casi siempre fallaba y, para disgusto de mamá, terminaba tirando alguna de las figuritas que había en el mueble.

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