Empezó a llorar en el
minuto treinta. Lo había preparado todo tan minuciosamente que había pasado por
alto los haces de luz que, desde su espalda, emitía el televisor silencioso. El
marisco fresco, la carne de primera, el vino caro. Y la conversación perdida en
algún lugar del comedor ¡Gol! Gritó él, ajeno al romanticismo. El marisco en la
mesa, la carne en la nevera y la copa de vino sobre su camisa blanca. Y la
última oportunidad, perdida. También para él. Y es que la vida se complica
cuando amas a una mujer y estás loco por once hombres.
Arrasados
Hace 4 días
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