Había pedido a los Reyes que le devolvieran a su
papá, igual que los cinco años anteriores. Él escribía la carta y mamá le
prometía echarla al buzón. Cada seis de enero despertaba con ilusión y se
acostaba con resignación. Otro año más, los Reyes no habían leído su carta.
Otro año más, un puñado de papeles rotos viajaban de basura en basura mientras
mamá seguía despertando con ilusión y acostándose con satisfacción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario