lunes, 23 de abril de 2018

Un edificio de piedra

Ese maravilloso viaje que le habían prometido olía a flores. El aire que entraba por la ventanilla le refrescó la sonrisa y, desde el asiento del conductor, le llegó la voz de su tío; “Sube el cristal”. Echaba de menos las palabras de papá y los besos de mamá ¿Por qué no habían querido viajar con él a la montaña? Seguro que le estaban esperando para darle una sorpresa. Pero arriba sólo había una mujer y un edificio de piedra. Los siguió en silencio mientras pensaba si aquello del orfanato era el nombre que allí le daban a los hoteles.

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