viernes, 20 de abril de 2018

El abismo del miedo

Ella era fantástica y prudente. Él timorato y soñador. Ella sonreía fácilmente y lloraba por aprensión. Él disfrutaba haciéndola reir, pero casi nunca lloraba. Ella era activa, impulsiva y directa. Él sólo daba rodeos, dibujaba esquemas y planificaba irrealidades. Ella dio un paso adelante y él dio uno hacia detrás.

Ella le conoció cuando su vida estaba descosida y él la conoció cuando las costuras le apretaban demasiado. A ella le brillaban los ojos y a él le brillaba el alma. Ella se debaja llevar por el corazón y él ponía siempre por delante la cabeza. Ella no tenía miedo y él estaba completamente asustado.

Los dos sintieron de verdad, pero ella no puso artificios. Los dos hablaron desde las entrañas, pero él siempre puso barreras. Y cuando él dijo la penúltima palabra, antes de darse el penúltimo beso, ella se dio cuenta de que también estaba muerta de miedo. Y como el miedo es el dique que contiene los impulsos, se quedaron parados en la acera y, sin llegar a mirarse, se dijeron ojalá que volvamos a vernos.

Ella, que siempre reía, antes de saberlo tembló. Y él, que no conocía las lágrimas, antes de decirlo, lloró. Y como el futuro era un abismo inabordable y el pasado un templo de recuerdos decorado de verdades, antes de decirse adiós, se dijeron te quiero.

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