miércoles, 19 de septiembre de 2018

Curiosidad

Había una rosa, junto a una nota, en la puerta de su casa. Era la tercera vez y esta vez tampoco pensaba hacer caso.

"Sabes quien soy, sabes que quieres cenar conmigo".

A la cuarta fue la vencida y se decidió a llamarle por teléfono. Cenaron, se besaron, hicieron el amor y durmieron juntos hasta el amanecer. Había sido un acierto, pensó. Insistir por su parte, ceder por la mía. Se sentía enamorada. Regresó a casa con el rocío de la mañana y, junto a la puerta, volvía a haber una rosa junto a una nota.

"Vale, no sabes quien soy, pero te hubiese gustado cenar conmigo".

No regresaron las notas, ni las rosas, ni siquiera la policía porque no hubo más anónimos. Pero por más tiempo que pasara, jamás se quitó de la cabeza la intriga de quien sería el tipo que quería cenar con ella.

No hay comentarios: