lunes, 20 de abril de 2009

A pleno sol

Por una fortuna sería capaz de matar. Repasó su pensamiento mientras cerraba con cuidado la última novela de Patricia Highsmith y la depositaba en una toalla sobre la arena. El sol caía demasiado vertical en Capri como para hacerle quiebros. Tapaba su frente con una visera y en el soslayo de su mirada podía contemplar el ir y venir de hombres y mujeres bien avenidos. Para él, doctor en apariencia y mendigo de la vida, imaginar que era como ellos significaba alcanzar la felicidad por la vía del olvido. Frecuentemente, se fijaba en los chicos más jóvenes, niños de papá en vacaciones perpétuas e intentaba localizar en cada sonrisa la confianza austera de su Phil Greenleaf particular. Frecuentaba, cada noche, los locales de moda buscando entrar en los selectos grupos de niños ricos y clubes deportivos, pero cada amanecer regresaba a casa con la insípida sensación de sentirse obviado por el mundo. Por ello, cuando encontró una sonrisa a su lado, no tardó en acomodarse sobre la toalla de diseño y mostrar la palma de la mano a modo de saludo. Junto a él se encontraba el niño rico que siempre había deseado conocer. No perdería el tiempo en preguntas triviales ni en discusiones absurdas, prepararía escrupulosamente el plan y guardaría bajo el sombrero su puñal mejor afilado. Él también podría ser Tom Ripley. Por la fortuna de uno de aquellos niños ricos sería capaz de matar.

1 comentario:

Sagra dijo...

En dos palabras "envdia cochina" es lo que tiene el hombrecillo, y ganas de tener dierito fresco sin tener que trabajar, como todos los niños de papas esos que paseaban por allí.
Besotes nenin