De toda la vida se ha
dicho que el tuerto es el rey en el país de los ciegos, que a quien madruga
Dios le ayuda y que a quién buen árbol se arrima buena sombra le cobija.
Alguien taló mi árbol junto al río el día que me desperté con el alba para
grabar mi nombre en su corteza. Con el enfado tiré la navaja y, de rebote, me
pinché el ojo derecho. Al menos ahora soy rey de algo.
Rabia
Hace 13 horas
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