Sí, soy su esposa y sí,
sigue siendo el mismo miserable de siempre que intenta arreglar sus torpezas
con rosas rojas y besos robados. Sí, soy su esposa y él sigue llegando a casa a
las tres de la mañana, borracho y con la mano suelta, sigue gritando como un
loco los goles de su equipo y despreciando mis consejos cada vez que intento
calmarle. Sí, soy su esposa, muda, sorda, ciega e insensible, así que, si está
muerto, a mí no me miren. Yo soy tan sólo su esposa.
Arrasados
Hace 1 día
No hay comentarios:
Publicar un comentario