lunes, 12 de marzo de 2012

Números primos


La malvada hipotenusa capturó a Pi. La pérfida tangente sesgó el círculo y todos quedamos atrapados en un logaritmo sin solución. Ni siquiera la regla de tres fue capaz de sacarnos del agujero. Angustiados, pedimos permiso a Goldbach para multiplicarnos con el resto de la clase. Confuso, nos dibujó sobre un papel y trazó dos garabatos.
- ¿Vosotros dos, sois hermanos?
- No, somos números primos.
Le vimos saltar de alegría y añadirnos a mil sumas. Trece me miró con ojos de infortunio y yo me quedé hecho un siete. Desde entonces no hemos dejado de trabajar y solamente él aparece en los libros de historia.

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