lunes, 12 de noviembre de 2018

Un cigarrillo en la memoria

Hacía justo un año que había pasado la última revisión. Un año exacto desde la última mamografía, la última ecografía y el último escáner de rigor. Desde que había pasado el cáncer, cualquier precaución era poco y debía pasar sus revisiones semestrales hasta que, un año antes, le habían dicho que ya había pasado la zona de riesgo medio y podía cambiar el periodo revisional de semestral a anual. Pero no recordaba la fecha por la buena noticia sino porque aquella misma noche su marido falleció de manera fulminante. Un ataque cardiaco. El tabaco, el maldito tabaco.

Habían vivido cuarenta años juntos, cuarenta años de cigarrillos por la mañana, de cigarrillos en la sobremesa, de cigarrillos nocturnos, de cigarrillos interminables. En cada fotografía, en cada recuerdo, en cada momento, aparecía un cigarillo que no se apagaba de la memoria.

Ella nunca fumó un sólo pitillo, ella nunca se acercó, ni siquiera, a un paquete de tabaco.

Regresó al hospital, esta vez sóla, esta vez desolada. Vestida de negro y con el corazón teñido de luto. Se sentó frente al médico.

- Todo bien. - Le dijo.

La ecografía bien, la mamografía bien, el escáner bien.

- Está usted como un roble. - Sentenció.

Y, para rematar, le dictó una frase que le enseñó el poder de aquellos malditos librillos de papel prensado.

- Y, además, sus pulmones ahora aparecen limpios. Hemos comprobado que ha dejado usted de fumar.

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