jueves, 14 de junio de 2018

Los zapatos sucios


“No sé”, murmura Manuela compungida. El vecino permanece en la puerta, la lluvia salpica el sombrero gris y unas pequeñas gotas de color rojo nacen como perlas desde la punta de sus dedos. “Bien”, le contesta educado antes de regresar a su casa atravesando el jardín y manchándose los zapatos de barro. Manuela vuelve con su muñeca y mira el reloj. Ya es hora de cenar. “¿Mamá?”. Manuel escucha el silencio. El vecino ya había venido a preguntar por ella. No le había vuelto a ver desde el día en que se marchó papá. Aquella noche también tenía los zapatos sucios.

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