lunes, 4 de junio de 2018

Invierno

Diciembre fue amarillo. Se desprendió el sol de mi rostro, reflejó la luz la mirada y tus oídos fueron receptores de mis palabras. Te acostumbraste a mis manos y yo lo hice con tus besos. Te acomodaste en mi sofá y yo te regalé mi tiempo.

Enero fue rojo. La pasión se derramó en mi alcoba, la congoja dio paso a la ilusión y desde la esperanza regresamos a la suerte. Compartimos el tiempo y bebimos el mismo viento. A veces llovía, pero en tus brazos era verano y en tus ojos siempre fue primavera. Esperabas una palabra y fuiste tú la dueña de mis silencios.

Febrero fue azul. De repente aplazamos los planes, silenciamos los reproches, nos descolocamos los cajones. Desapareció tu cepillo de dientes y apareció un llavero en la entrada. La cama vacía y el adiós pendiente de un hilo. Cuando lo dijiste yo ya vivía conmigo mismo y moría con el recuerdo.

Marzo fue gris. Se desprendieron las plumas del edredón, se dislocó la puerta del armario, explotó el cristal de la ventana del baño. La ira precedió a la tristeza y el llanto precedió al silencio. Una vez más, el silencio. Y mientras vendaba de nuevo mis puños imaginé el fin. No había más muebles que golpear, pero había una cuerda en el fondo del cajón.

No hay comentarios: