-
- A ver si consigue así que papá no haga más el indio. –
Le dijo Marta al psicoanalista el primer día de consulta.

-
¿Qué tal vuestro padre? ¿Ya no hace el indio?
- -
No. Se convirtió en pistolero.
Marta me agarró por el brazo y se
disculpó:
- Llegamos tarde.
No se atrevió a decir nada más.
Habíamos visitado a mamá en el
cementerio y aún teníamos que ir al manicomio para visitar a papá.
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