lunes, 9 de marzo de 2009

Desaparecido

Llevaba tanto tiempo buscándole que aún no creía que alguien le hubiese dado una señal sobre su paradero. La hojarasca crujía bajo sus pasos y el sol hacía su vano intento de demostrar su viejo poder ante el oscuro otoño que se afianzaba en el cielo. Los arces perdían su brillo y las ramas grises anunciaban tiempos de resguardo y licor.

Hacía ocho años que no le veía. Ocho largos años en los que había peinado cada rincón del país en busca de una mísera pista. Como aún conservaba algo de lucidez en la memoria, calculó que ahora debía haber cumplido veintiséis años. Demasiado joven como para perderse solo por el mundo.

Encontró a la mujer de la gabardina apoyada en un viejo árbol con la corteza arrancada y el tronco marcado por las inscripciones de los que allí fueron de visita para purgar sus temores. Llevaba una foto en la mano y una lágrima sobre la mejilla. Le enseñó el retrato y acertó a preguntar con la voz cortada.
- ¿Es este su hijo?

Analizó la imagen parándose en cada detalle. Tenía el pelo más largo que entonces, la cara ensombrecida por una barba rala y aquel inconfundible lunar junto a la comisura del labio.
- Sí, es él.
- Venga conmigo.

Avanzaron por la hojarasca y sorteraron varias placas antes de llegar a su destino. Limpió el granito con cuidado y apartó todas las hojas para que él pudiese leer la inscripción.

Allí estaban su nombre y su fecha de nacimiento. Un renglón por debajo aparecía una nueva fecha que retraía el tiempo dos meses atrás.
- Fue muy rápido. - Dijo ella. - Un cáncer fulminante. Me dejó tan sola en casa que no tardé en buscar su compañía como consuelo.

Se arrodilló ante la lápida y no buscó más preguntas. No quiso saber por qué se había marchado de casa ni por qué no había dado señales de vida durante aquellos largos ocho años. Lloró en silencio y, por fin, respiró tranquilo.
- Por fin te encuentro. - dijo. - Prefiero saber que estás muerto a no saber dónde estás.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

La incertidumbre es un castigo. Que triste historia y que pena que a gente tan joven le pasen estas historias.

Sagra dijo...

Se fue por no querer afrontar su emfermedad y lo quiso hacer solo para no hacer daño a su gente, no es eso nene? como dices que no entendemos tus relatos...memoria de elefante para algunas cosas.
Lo triste tambien es emotivo hombre.
Besotes churrito mio jeje!