Le habían repetido en más de una ocasión, mientras se dejaba los codos preparando exámenes a conciencia, que no existía universidad más prolífera que la de la vida. El día que encontró su primer trabajo como becario se encontró solo ante la inexperiencia y devorado por los leones. En sus primeras fotocopias intentó encontrar la motivación suficiente para acaparar responsabilidades, en sus primeros cafés al despacho del jefe, intentó encontrar un motivo por el que seguir madrugando cada mañana.miércoles, 25 de febrero de 2009
El pringao
Le habían repetido en más de una ocasión, mientras se dejaba los codos preparando exámenes a conciencia, que no existía universidad más prolífera que la de la vida. El día que encontró su primer trabajo como becario se encontró solo ante la inexperiencia y devorado por los leones. En sus primeras fotocopias intentó encontrar la motivación suficiente para acaparar responsabilidades, en sus primeros cafés al despacho del jefe, intentó encontrar un motivo por el que seguir madrugando cada mañana.domingo, 22 de febrero de 2009
Moral
Le gustaba la sensación de llegar a casa y encontrar a su familia en una estampa costumbrista. La vida en Colorado era un traje a medida para el portador del sueño americano. Aparcó su flamante Mustang dentro de un garaje lleno de herramientas y no tardó en olfatear el embriagador aroma al pastel de arándanos que cocinaba su mujer. Junto al mueble que sostenía el televisor, su pequeño hijo de seis años jugaba, ajeno al mundo, con sus último regalos de Santa Claus arrodillado en el suelo.lunes, 16 de febrero de 2009
Madrid, hora punta
Pisó el freno por décima vez en los últimos dos minutos. A medida que iba distrayendo su capacidad de atención, una desmesurada intención de ahogo se apoderaba de sus instintos. Lanzó un nuevo grito de frustración y observó como dos vehículos intercambiaban el paso por su carril sin encender un solo intermitente. Miró el reloj una vez más y supo que no llegaría a tiempo para ver el partido. Cada tarde, salía a las siete del trabajo y debía sufrir las consecuencias del tráfico contra sus ganas de llegar a casa. Cuando lo hacía a las ocho y media, podía darse por afortunado; sería capaz de ver a su hijo antes de acostarlo y despedir su día con un beso de buenas noches. Aquel no sería el día. Otro coche cruzó su trayectoria y en el ansia por avanzar tuvo que reaccionar de nuevo pisando el pedal del freno. El conductor situado justo detrás de él, hizo sonar su claxón y, por el retrovisor, pudo ver como le dedicaba un par de aspavientos. Controló el embrague una vez más y sintió como el tobillo izquierdo comenzaba a sobrecargarse. Volvió a meter segunda y avanzó otros veinte metros antes de volver a detenerse. Sobre el horizonte, un mar de luces rojas pintaban de atasco el camino de vuelta a casa. Un día más, debería morderse los nudillos para no decidirse a perder los nervios. Un día más, seguiría siendo esclavo de la monotonía y se vería obligado a llegar a casa con el corazón a mil y sabiendo que al día siguiente la historia volvería a repetirse.jueves, 12 de febrero de 2009
El beso
Cuando por fin consiguió besarla, se aferró a sus caderas con la voracidad que impone el deseo incontrolable. Sintió el calor de sus labios y quiso creer que no estaba perdido en la vorágine de un sueño. Tanto tiempo luchando por alcanzar aquella cumbre y, cuando por fin consiguió su propósito, sintió que el mundo quedaba detenido bajo sus pies.
Suele ocurrir que, cuando se idealiza algo por encima de las prestaciones reales, la caída al vacío sea, por imprevista, mucho más dura de lo imaginado. Desde la primera vez que la vio, supo que aquel cuerpo amanecería junto a él cualquier mañana de domingo. Cuando por fin compartió su aliento con el de ella, comprobó que el fuego se apagó de repente con el primer soplido. Tantos pasos recorridos para no encontrar nada al final del sendero. Continuó besándola durante unos minutos antes de idear una disculpa y buscar en el limbo un nuevo sueño con nombre de mujer. Cuando despegó sus labios por última vez, supo que aquella tampoco sería la mujer de su vida.
domingo, 8 de febrero de 2009
Eutanasia
Como cada mañana, bajaba a la playa para ver el amanecer pintando el mar de color fuego. Le gustaba sentarse en la arena y conversar con sus familiares. Un día era su hermana, otro su abuela, otro su padre y, aquella mañana de brisa suave, pudo escuchar la serena voz de su madre aguantando un llanto imperecedero. Por un momento pudo abrir los ojos y descubrió que había cambiado la playa por una fría habitación pintada en blanco. El doble pitido que, durante todas aquellas mañanas, había acompañado al aire en sus paseos marítimos, cesó de repente y comprobó como una dama vestida de negro se acercaba a cerrarle los ojos. No pudo ver mucho más, salvo aquella satisfecha sonrisa y la guadaña brillante reluciendo bajo los fluorescentes.miércoles, 4 de febrero de 2009
Novela negra
Cuando pegó en la puerta de su despacho las letras que componían las palabras "detective privado", se encendió un pitillo y lo dejó reposar sobre la comisura de sus labios para creerse, una vez más, Humphrey Bogart.