lunes, 10 de enero de 2022

El campanero

A las 22:00, se produjo la erupción y a Federico se le escapó una sonrisa nerviosa. La gente corría despavorida y el humo comenzó a oscurecer las calles. A las 22:30 llegó la lava. A las 23:00 se apagaron las voces y el reloj del ayuntamiento no perturbó el silencio cuando llegó la medianoche. Federico se asomó al campanario, se encogió de hombros y se arropó hasta el cuello. Aquel día no repicarían las campanas. Después llegarían los camiones, las cámaras y los servicios de emergencia, pero por una vez en su vida podría dormir tranquilo.

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