Con su gato Mishi, que
no participó en las tareas de búsqueda, el pequeño Jaime se recostó en el sofá
mientras esperaba que el abuelo hablase y papá y mamá regresasen de ese sitio
donde se había escondido el hermanito. El abuelo sonreía a su nieto favorito y
Jaime miraba al gato animado del televisor mientras acariciaba al gato real bajo
la barbilla. En ese punto había clavado el abuelo el cuchillo. Pero el abuelo
no hablaría y él tampoco dejaría de jugar al escondite, aunque sabía de
antemano que el hermanito ya había ganado la partida.
Arrasados
Hace 5 días
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