martes, 3 de abril de 2012

Un garabato arrugado


Miriam arrugó en sus manos el garabato ilegible que había dibujado. Pedro intentaba guardar silencio, sentado en el sofá, mirando la tele y con la frente fruncida mientras mascullaba maldiciones provocadas por el partido de fútbol.
Buscó dentro de su bolso y repasó los enseres antes de dar el último portazo. Lápiz de labios, tijeras, tinte para el pelo, la cartilla del banco y el carnet falso comprado a través de Internet.
El único punto negativo de cambiar de vida era no poder ver la cara de su marido cuando no encontrase respuesta a la hora de cenar.
Volvió a desdoblar el papel y observó con disgusto el ilegible garabato. Lo comparó con los trazos que atravesaban la cara adversa de su nuevo DNI. Tendría que seguir practicando su nueva firma.

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