jueves, 23 de febrero de 2012

Buscando un mercenario

Cleo la levantó y allí la esperaba el alacrán. Las pinzas caídas y el aguijón humeante. En su sonrisa descubrí el disfrute que delataba tras haber inyectado a su última presa. Como no valían cazadores satisfechos, Cleo volvió a bajar la hoja y seguimos buscando un mercenario dispuesto a cumplir nuestra venganza por un puñado de moscas. Cruzamos la vereda del arbusto y encontramos a la avispa esperando impaciente junto a su charca. Cleo me miró inquieto con sus ojos de saltamontes amenazado y yo le sonreí satisfecho mientras me acercaba a negociar. Por fin, la araña iba a aprender donde tejer su tela.

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