viernes, 8 de julio de 2011

Por la espalda

La misión era difícil. Se acurrucó contra la pared y esperó que el silencio le diese alguna pista, pero no escuchó nada. Se arrastró despacio, intentando no alterar la paz y masticando la tensión. Las luces estaban encendidas y las ventanas estaba abiertas. Sujetó fuerte el mango de la pistola y apuntó al frente antes de doblar la esquina; allí tampoco estaba. Siguió buscando su presa y lejano maullido de un gato le sobresaltó poniéndole alerta ante el posible peligro. Giró ciento ochenta grados y amagó con disparar, pero el enemigo tampoco estaba en el salón. Buscó en la cocina y entró a hurtadillas en la despensa antes de volver a arrastrarse hacia el pasillo. Buscó el patio y la brisa de la noche sopló sobre sus ojos alborotando su flequillo; se arrodilló en el porche, se revolcó en el suelo y buscó en la parte lateral del jardín. Y entonces le vió; estaba junto a la barbacoa y había bajado la guardia puesto que buscaba un arma candente entre las brasas. Se acercó en silencio, pidió complicidad con los ojos a la mujer que tenía retenida en la silla y le disparó por la espalda.

En aquel momento el padre se dio la vuelta y observó al niño con la pistola de agua en las manos. El agua, empapando su espalda, le produjo un escalofrío y la situación le despertó una sonrisa. Alborotó el pelo del niño y se tiró al suelo con la lengua fuera.
- Me has ganado. - Dijo mientras se retorcía en el suelo.

El niño buscó un grifo en la cocina, volvió a llenar la pistola y se centró en la búsqueda de un nuevo objetivo.

1 comentario:

lili dijo...

Y lo felices que son buscando nuevos obejtivos!!!bonita historia