lunes, 30 de mayo de 2011

Un zapato en la escalera

¿Cómo se llamaba? Intentó recordar el nombre y solamente aparecía el brillo de una mirada en el umbral de su memoria. Seguramente, en el fragor de la fiesta, le había susurrado su nombre al oído mientras le acompañaba, con la falda del vestido recogida en su mano, en un baile de gala interminable. Malditos fuesen el vino y la prisa. Toda la vida soñando con ella y ahora no podía recordar su nombre. Al menos tenía un zapato. No le quedaba más remedio que llamar una a una a todas las puertas del reino.

1 comentario:

lili dijo...

Pues puerta por puerta le toca!! si es que ni las prisas ni el vino son buenos compañeros. Que tenga suerte que el tren pasa solo una vez!!