martes, 24 de mayo de 2011

Una mancha de tomate

Restregó la alfombra con la punta del zapato mientras transportaba la bandeja con la cena camino al sofá. Aquella noche retransmitían un partido de fútbol y, en otra cadena, echaban una de esas series de policías que tanto le gustaban. La mancha de tomate seguía en la alfombra y no podía quitarla ni con químicos. Posó la bandeja entre las piernas y dio un mordisco al bocadillo de tortilla. Una gota de ketchup resbaló bajo su barbilla y cayó, a plomo, sobre la bandeja. En la tele, el equipo de blanco acababa de recibir un gol y en la mano, una servilleta buscaba la comisura del labio para limpiar la mancha. Otra mancha roja, como la de la alfombra. Sólo que esta sí era tomate y la otra no. Pero eso, sólo él lo sabía.

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