viernes, 11 de septiembre de 2009

De mentira

Llevaba demasiados años en el cuerpo de policía como para evitar que una noticia le pillase por sorpresa. Había estado dando vueltas durante toda la noche, arrugando las sábanas e intentando no despertar a Roberto por miedo a romper el silencio y no dar tregua a ninguna de sus desesperanzas. Le habían dado un indicio durante tantas ocasiones y durante tantas ocasiones había caído en el saco vacío de la pista falsa, que no quería romper la paz de la noche para contar lo que posiblemente no fuese cierto.

Se despertó más temprano que de costumbre y, tras despedir a Roberto en un beso silencioso se marchó a comisaría para estudiar los avances a los que había llegado su compañero. Desde el asesinato de su hija no había dejado de buscar al criminal que le había roto la vida.
- Esto no te va a gustar. – Le advirtió su compañero.

Llamo una vez más a Roberto pero su teléfono seguía apagado. Desde que se habían conocido jamás había dejado de responder una llamada telefónica. La sentaron frente a una fría mesa de metal y una mano bien cuidada apretó el botón del play de la grabadora.
- Hace ya un año que cumplí mi trabajo, joder. Me cargué a la niña tal y como me ordenasteis y aún no me habéis dado la pasta.

Cayó de espaldas al suelo antes de escuchar la respuesta del interlocutor. Había reconocido, tras el minúsculo altavoz de la grabadora, la voz de Roberto, el mismo hombre que había conocido justo después de quedarse viuda y heredar la inmensa fortuna de su marido.

Volvió en sí con la ayuda de su compañero y de un pequeño sorbo de agua, pero no tardó en caer de nuevo en la profundidad de la inconsciencia cuando escuchó la voz de su adorable hermana.
- No pienso consentir que esa puta se lleve todo el dinero. Cuando la mates y me haga rica por ser única heredera te daré el doble de lo estipulado.

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