martes, 1 de septiembre de 2009

Los albores de la tormenta

- A veces me aburro y sueño que mato. Otras veces juego a desnudar con la mirada a las mujeres que pasan por la calle. Cuando no puedo dormir escribo historias horribles y cada mañana, de camino a clase, siento deseos de colgar de un árbol al gato de mi vecina de al lado.

“El otro día me mandaron hacer un trabajo con una compañera de clase. Mientras ella revisaba todos los libros de la biblioteca, yo solamente podía estar atento a su generoso escote. Llegué a pensar que se había vestido así por mí y sentí el impulso de violarla encima de la mesa. Me gusta que me provoquen y me disgusta no poder hacer nada por evitarlo. Cuando intento mover un dedo me recuerdo a mí mismo la poca cosa que soy y en lugar de pasar a la acción termino mis actos en una sonrisa bobalicona. Sé que me miran raro y sé que piensan que soy un imbécil. Y yo los quiero matar a todos.

“Mi madre me dijo que viniese al psicólogo porque me nota cambiado y yo he tenido que pelear mucho con ella hasta que me he convencido de que lo mejor es venir a verle.

- ¿Y por qué has venido a verme? – Preguntó el psicólogo.
- Porque a usted no le conozco. – Contestó con la voz apagada mientras sacaba del bolsillo la vieja pistola de policía de su padre. – Y tendré que empezar por alguien.

No hay comentarios: