
“El otro día me mandaron hacer un trabajo con una compañera de clase. Mientras ella revisaba todos los libros de la biblioteca, yo solamente podía estar atento a su generoso escote. Llegué a pensar que se había vestido así por mí y sentí el impulso de violarla encima de la mesa. Me gusta que me provoquen y me disgusta no poder hacer nada por evitarlo. Cuando intento mover un dedo me recuerdo a mí mismo la poca cosa que soy y en lugar de pasar a la acción termino mis actos en una sonrisa bobalicona. Sé que me miran raro y sé que piensan que soy un imbécil. Y yo los quiero matar a todos.
“Mi madre me dijo que viniese al psicólogo porque me nota cambiado y yo he tenido que pelear mucho con ella hasta que me he convencido de que lo mejor es venir a verle.
- ¿Y por qué has venido a verme? – Preguntó el psicólogo.
- Porque a usted no le conozco. – Contestó con la voz apagada mientras sacaba del bolsillo la vieja pistola de policía de su padre. – Y tendré que empezar por alguien.
- ¿Y por qué has venido a verme? – Preguntó el psicólogo.
- Porque a usted no le conozco. – Contestó con la voz apagada mientras sacaba del bolsillo la vieja pistola de policía de su padre. – Y tendré que empezar por alguien.
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