Ayer empezó a dibujarle en el
brazo un corazón con un nombre en su interior pero se quedó a medias por ello,
cuando se fue a por tabaco se llevó “na” y, ahora que ve que no vuelve, sabe
que solo le queda el “día” y que eso es lo que tiene que aprender a vivir
detrás de cada luna.
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