- Llegará pronto. No es normal este calor. Se va a acabar el mundo. Veinticinco grados en febrero ¿Cuándo se ha visto? Y ahora el virus este. Y mañana será el meteorito. Nos queda poco, amigo.
Miró por el retrovisor y tiró la colilla del cigarrillo, aún humeante,
por la ventanilla. Tosió sobre la palma de su mano y apuró el último trago de
la lata de cerveza que compartían antes de arrojarla al exterior. El motor diésel rugió en el
silencio.
-
¿Ves? Ya
está aquí.
- Vamos, tío. Qué llegamos
tarde.
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