martes, 25 de febrero de 2020

Cuerda floja

Temblamos cuando vimos sus manos sujetando aquel palo tan largo, cuando le vimos caminar de puntillas, sigiloso, mirando hacia el frente, cuando giró sobre sí mismo y reinició la maniobra. Temblamos porque nos temimos lo peor. Pero entonces se encendió la luz, el funambulista levantó los brazos y el silencio se convirtió en una tormenta de aplausos.

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