lunes, 23 de julio de 2018

De este agua no beberé

"De este agua no beberé y este cura no es mi padre".
El tío Jacinto lo repetía una y otra vez.

Mi madre acudía a la iglesia a confesar cada día después de la última misa.

Mi padre no tenía los ojos del color del cielo.

Sólo había un hombre en el pueblo con unos ojos tan azules como los míos.

Al final bebí de la fuente.

En ese momento pasaba el párroco y me observó detenidamente con esos ojos que, como el cielo, refulgían con la luz del sol.

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