miércoles, 25 de marzo de 2015

Duelo al mediodía

Maldita sea mi estampa. Si yo solamente quería dar un paseo por París y buscar al jodido señor de Treville a ver si me consigue un enchufe. Desde que mi padre me dio la patada en el culo y la carta de recomendación para ver si su viejo amigo me metía en vereda, no he encontrado muchos momentos para el asueto. Me he gastado la bolsa de monedas en vino y mujeres. París es demasiado para un tipo de provincias. París está lleno de mujeres guapas y perfumadas y, sobre todo, está repleto de tipos altivos. Joder. Quién me mandaría a mí ponerme gallito con esos tres mosqueteros.

He quedado al mediodía con los tres debajo de no sé qué puente. Tendré que preguntar por aquí y hacerme el interesado, pero la verdad es que no me apetece nada que me atraviesen con una espada y que le digan a mi padre que su hijo murió por tonto. El chiquillo del Dartagnan, dirían, menudo pardillo.

Ahí están los tres. El jodido sol le da más temor al filo de sus espadas. El uniforme es precioso. Joder ¡Quiero ser mosquetero! Voy a ver si les convenzo. Oye, les diré, que os invito a unos vinos y pelillos a la mar. Con la espada me defiendo, les intentaré convencer, con un poquito de práctica igual me hago mosquetero y nos corremos unas aventuras... o simplemente nos corremos. Jejeje. Que con el uniforme este se tiene que follar un rato. Voy a ver si me los camelo. Igual, si lo consigo, con el paso del tiempo, algún escritor me dedica una novela.

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