jueves, 4 de agosto de 2011

Naturaleza y ética en Aristóteles: Meditación e ingenio.


Aristóteles era un pequeño gnomo que vivía en un pinar a las afueras de Albacete. Un día, paseando por uno de los recónditos lugares que el bosquecillo escondía, se encontró con otro gnomillo de gorda cabeza y prominente barriga que se llamaba Juan Carlos. Juan Carlos, en el ejercicio de su meditación, fumaba un porro tumbado bajo la sombra de un pino.

-          ¡Oh! Pequeño discípulo ¿Qué haces bajo esa sombra?
-          Buena pregunta. - Respondío Juan Carlos. – Estoy fumando un porro. Te preguntarás qué es un porro. Si ¿No? Pues te diré. Un porro es un papel liado que se fuma. Y se fuma aspirando y expulsando el humo, algo que se llama calada. Por ello, fumar un porro es dar una calada a un papel en forma de canuto que, como bien te he dicho, se llama porro. Una vez liado el canuto y realizada la mezcla de tabaco y hierba, el porro se lleva a la boca y se enciende, y a este acto se le conoce como fumar un porro. Como bien sabes ya, el porro es un papel liado en forma de canuto, con tabaco y hierbas en el interior al que los egipcios, en una de sus celebraciones litúrgicas, tuvieron a bien llamar porro. Vamos, qué no sé si me entiendes, porque yo lo veo así. Me puedo equivocar, sí, pero no lo creo, porque como tú bien sabes, un porro, si lo lío yo o lo lía otro, no deja de ser un porro y éste, a la vez, participa en la idea de lo que es el canuto. Vamos, que la hierba es el alma del canuto. Y también está la hierba que es y la hierba que no es, puesto que al ser consumible, es mudable. Porque si te fijas, el alma del porro, me refiero a la hierba, aunque ceniza, sigue siendo en cuanto es, nada más que hierba.
      Y esa hierba, que procede del mundo de las drogas, conocido también como Cosmos Medellinus, participa, a la vez que en la idea de canuto, en la idea del bien. Porque lo bien que lo pasas fumando la hierba te conduce hasta un estado de meditación total. Porque tal hierba, procedente de tal canuto, así mismo llamado porro, se introduce en el interior del ser intrínseco en forma de humo. El humo, en su proceso de análisis ideológico, exprime toda experiencia placentera del interior y en tal ejercicio de conocimiento, el cuerpo es capaz de asimilar una mutación hacia el mundo de lo invisible, convirtiendo, así mismo, lo invisible en visible. Proceso debido a la acción perpretada por el humo que, siendo directamente proporcional al estado de tu alma en procesos progresivos de meditación, es capaz de descifrar el código de cada una de tus frustraciones, transformándose, así, el alma, en carne en el estado de ataraxia.
      Vamos, que no sé si me entiendes ¿Sí? ¿No? Porque a mí, en cuanto a mi estado de conocimiento del alma ajena, no me importa repetirlo cuantas veces haga falta ¿Sabes?

-        Si hay algo por lo que yo me caracterizo y todo el mundo me conoce, es por mi sentido de la paciencia. Pero como podrás observar, soy aún demasiado joven y utilizar la mayéutica contigo me privaría de una diversión precoz y de una neurona y media cuando solamente tengo dos. Por otra parte, recurrir a la Teoría de la Reminiscencia sería una demostración inútil de que, realmente, tememos a la jubilación. Así que sin más dilación, te dejó con tus devenires filosóficos.

Y allá marchó Aristóteles, con la paciencia puesta a prueba y el gesto fruncido por la pesadez de estómago. De camino a la panadería se encontró con varios gnomos más, pero decidió dejar atrás su instinto curioso y dedicarse a regresar a casa lo más temprano posible. A las dos empezaba el telediario y tenía interés por conocer la crónica nacional de sucesos.

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