miércoles, 27 de abril de 2011

Lo había intentado

Lo había intentado, no podía decir que no. Había viajado solo, había alquilado una habitación por meses y había madrugado durante todo un año para ganar un pedazo de pan duro. No había visto nada de lo que le habían contado, nada de lo que le habían prometido, nada de lo que había soñado. Solamente había visto humo, ruido, prisas, intolerancia, desprecio, vida insana. No había ahorrado dinero para comprar una casa, ni para un coche de segunda mano, ni para una boda de cien invitados. Regresó a casa con la alforja vacía de ilusiones y con la sensación de que la vida no da oportunidades a todo el mundo. Observó sus manos y frotó los callos con ávido interés para entrar en calor. Había grietas entre los dedos, uñas partidas y ampollas en las palmas, pero había que mirar hacia adelante. Cogió la azada y volvió a clavarla en la tierra. Una vez más. Igual que lo había hecho durante los últimos quince años. Todos excepto aquel que perdió en la ciudad buscando un sueño y despertando en una pesadilla.

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